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lunes, 7 de noviembre de 2005

El nuevo mercado de trabajo español

A pesar de que los datos de paro publicados recientemente son aparentemente contradictorios el hecho es que estamos en unos niveles de empleo y paro que la economía española no ha conocido nunca. Y digo nunca porque es cierto que hemos tenido cifras de paro menores, pero con tasas de actividad femenina mucho más bajas y, hoy tenemos, además, más de dos millones de inmigrantes en nuestra población activa. Por eso, porque el mercado de trabajo español es un mercado de trabajo nuevo, es por lo que es necesario analizar qué es lo que ha cambiado en él para poder explicar por qué hoy tenemos una tasa de paro menor a la media europea. 

El primer cambio importante en nuestro mercado de trabajo surge como consecuencia del cambio en los comportamientos demográficos que se iniciaron hace tres décadas. Y es que el mercado laboral registra, con un retraso de casi veinte años, las tendencias demográficas de una población ya que la evolución de la natalidad determina la cantidad de personas que se incorporarán al mercado laboral. Así, en la década de los ochenta entraron en el mercado laboral los nacidos en pleno boom económico de los sesenta, con lo que, a pesar del millón y medio de puestos de trabajo, la tasa de paro se mantuvo muy alta. Por el contrario, la natalidad española ha registrado, desde principios de los ochenta, un continuo descenso, hasta estabilizarse en una de las tasas más bajas de Europa, con lo que el número de españoles que vienen entrando en el mercado laboral en los últimos años es cada vez menor. Dado que al mismo tiempo se empiezan a jubilar cohortes numerosas y que se retrasa la edad de entrada por la mayor escolarización, los nacionales españoles en la población activa se mantienen estables y con tendencia a la baja. Por eso la mayoría de los puestos de trabajo que se crean han de ser ocupados por inmigrantes y necesitamos de la entrada de nacionales de otros países para mantener la actividad. 

El segundo motor de cambio de nuestro mercado laboral ha sido económico. Y es que el modelo de crecimiento de la economía española también ha cambiado. El ciclo de crecimiento de los ochenta se basó en una fuerte expansión del sector público, por la construcción del estado del bienestar y la descentralización administrativa, y en las expectativas derivadas de la entrada de España en la Unión Europa, que hacían que se instalaran en España empresas multinacionales industriales y de servicios. El empleo que se creaba entonces fue en el sector público, la industria (en menor cuantía) y los servicios básicos. Por el contrario, el ciclo de crecimiento actual se basa en la construcción, en la industria auxiliar y en los servicios destinados a la venta y se financia con endeudamiento de las familias. El empleo que se crea es, lógicamente, en estos sectores, pero es de menor cualificación que el creado en el anterior ciclo, es más inestable y, normalmente, de menor productividad unitaria y salarios medios más bajos. 

Y, finalmente, el tercer motor de cambio de nuestro mercado laboral ha sido de índole institucional. Y es que la política seguida con respecto al mercado de trabajo, fruto del consenso entre los distintos gobiernos, sindicatos y empresarios e iniciada ya hace más de una década, ha sido de una lenta flexibilización, lo que ha permitido transformar en puestos de trabajo y disminución de la tasa de paro el crecimiento económico. Sin esta flexibilización, que se ha concretado, por ejemplo, en nuevas formas contractuales, la existencia de las Empresas de Trabajo Temporal, la reducción de las indemnizaciones por despido, la articulación de sistemas retributivos ligados a la productividad, etc. nada de lo conseguido hubiera sido posible. 

Así pues, si hoy tenemos una tasa de paro baja y en descenso y si tenemos un mercado laboral que, a pesar de sus problemas, es fuerte es porque la realidad demográfica y económica española ha cambiado y, no menos importante, porque la política seguida y mantenida ha sido lo suficientemente pragmática y consensuada. Lo que en los tiempos que corren no es poco. 

7 de noviembre de 2005