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miércoles, 21 de noviembre de 2018

Pobreza andaluza

En Andalucía hay pobreza. Urbana y rural. Pobreza, personas pobres. Una pobreza que tenemos ahí, que conocemos, que no queremos ver, que ignoramos conscientemente. Bastaría con preguntar a cualquier adulto en la calle de cualquier ciudad andaluza por los nombres de los barrios pobres, y rápidamente tendríamos una, dos o varias respuestas. Todos los andaluces sabemos que en Andalucía hay pobres desde hace mucho tiempo. 
 
Para que nos hagamos una idea de la magnitud del problema basta con un dato del INE, que la Junta recoge en su pésimo informe Estrategia Regional Andaluza para la cohesión e inclusión social. Intervención en zonas desfavorecidas, aprobado el pasado 28 de agosto, (pág. 20): en Andalucía, según datos INE (2016), la tasa de riesgo de pobreza es del 35,4%, mientras que la media española es 13,1 puntos inferior. Lo que significa que el riesgo de pobreza en Andalucía es un ¡58% mayor! que en el resto de España. Un riesgo que se concentra en 187 barrios a los que la Junta ha llamado Zonas Desfavorecidas Identificadas (ZDI) en las que residen 1.490.215 personas, el 17% de la población andaluza (pág.28). Es decir, hay casi un millón y medio de andaluces que viven en barrios y zonas con alto riesgo de pobreza. 
 
Por supuesto, no todas estas zonas o barrios son iguales. En algo más de la mitad es donde se concentran las peores situaciones, con niveles no ya de riesgo, sino de pobreza cierta. Dicho en plata: en Andalucía casi 900.000 personas viven en situación de pobreza, con rentas familiares medias que están entre los 550-800 euros al mes (6.600-9.600 euros/año) o lo que es lo mismo, con rentas que son el 25% de la renta familiar media española. En Andalucía hay, pues, 900.000 personas que viven como si lo hicieran en Centroamérica. 
 
Son barrios en los que la tasa de paro llega al 50% de la población adulta y malviven con el trapicheo, con lo que salga y con las ayudas sociales (cuando llegan). Son barrios con un índice de abandono escolar de casi el 40%, con tasas de analfabetismo superiores al 5% y más de un 20% de personas sin estudios. Son barrios en los que menos del 5% tienen estudios de bachillerato. Barrios en los que las viviendas no llegan a 60 metros cuadrados, en las que se hacinan una media de 5 personas. Barrios en los que la gente no llega a finales de mes y pide a préstamo, además de la familia, no a un banco, sino a los usureros. Son barrios... 
 
Son barrios en los que las condiciones de vida no han cambiado significativamente en los 30 años de retórica autonómica, a los que los ciclos de crecimiento no llegan, pero sí llegan las crisis. Son barrios a los que las administraciones públicas no saben tratar. Son barrios a los que unas cuantas ONG, organizaciones de Iglesia, funcionarios voluntariosos y unos cuantos vecinos comprometidos contienen. Barrios que necesitan ayuda y, desde luego, otras políticas y actitudes sociales. 
 
En Andalucía hay pobreza. Y porque existe y me interpela como andaluz, me enfada la campaña en la que se han enzarzado unos y otros por frívola y superficial. Porque en esta pobreza hay una responsabilidad del PSOE que ha tenido más de 30 años para abordarla en serio y no con eslóganes vacíos que nada significan y recetas fallidas por ideológicas. Y una responsabilidad de la oposición, que, en un caso, ignora y se desentiende de estos problemas y no sabe proponer alternativas, y, en otro, la explota y busca soluciones en filósofos del siglo XIX. 
 
En Andalucía se vive muy bien, repetimos los andaluces a los foráneos. Y es cierto, pero según donde te haya tocado nacer. Andalucía te quiere, decía un anuncio de la Junta. Y es cierto, pero a unos más que a otros. Porque en Andalucía, aunque no queramos saberlo, hay pobreza. Hay andaluces pobres. 
 
21 de noviembre de 2018 
 

miércoles, 7 de noviembre de 2018

Paro andaluz

Que el paro es el primer problema que tiene la economía andaluza es una obviedad que no por repetida deja de ser cierta. Un problema que se repite EPA tras EPA, pues mientras que la media nacional ha bajado en la última encuesta hasta el 15,28%, Madrid está en el 11,86% y Cataluña en el 10,63% (economías regionales de nuestro tamaño), el mercado de trabajo andaluz sigue teniendo una tasa de paro del 22,85%. Además, la tasa de actividad, es decir, el porcentaje de población en edad de trabajar que está incorporada al mercado laboral, es sólo del 56,8%, dos puntos por debajo de la nacional y 4,2% por debajo de la catalana y casi 8,7% menor que la madrileña. 
 
¿Qué pasaría si la economía andaluza tuviera las tasas de actividad y de empleo iguales a la media nacional? ¿Y si tuviera los mismos datos de Madrid o Cataluña? Los cálculos son sencillos y se pueden resumir en seis cifras. Si Andalucía tuviera las tasas de España tendría 133.000 activos más y 440.000 empleos más. Con las cifras de Madrid tendría 454.000 activos más y 510.000 empleos más, mientras que con las de Cataluña tendría sólo 302.000 activos más, pero 750.000 empleos más. 
 
Lo significativo de este ejercicio es que cuantifica el número mínimo de puestos de trabajo a crear para empezar a pensar en una convergencia en renta con la media la nacional. Andalucía necesita crear unos 500.000 empleos más para ir reduciendo su brecha histórica. Como es indudable que no es posible crear esos 500.000 empleos en el Sector Público (entre otras cosas porque no habría quien soportara los impuestos para financiarlo y ya tenemos una administración pública sobrecargada) la pregunta es, entonces, cuántas empresas habría que crear o cuanto tendrían que crecer las empresas actuales, y si es posible hacerlo. Y la respuesta, por desgracia, es que es muy difícil que esto se produzca, pues en Andalucía el gen emprendedor no se valora (un porcentaje exagerado de jóvenes quiere ser funcionario), y a las empresas emprendedoras se les ponen trabas de todo tipo, pues nuestra cultura no ve el beneficio como legítimo y siempre considera al empresario como sospechoso. Mientras la sociedad andaluza no valore a los emprendedores y las administraciones públicas no sean más amables con las iniciativas empresariales, no se crearán los 500.000 puestos de trabajo que nos llevarían a converger en la renta media española. 
 
Lo esperanzador es que nuestra situación no se debe a una crisis diferencial andaluza, pues Madrid y Cataluña tuvieron una crisis industrial más profunda a principios de los 80, mientras que han sufrido los mismos avatares que nosotros en la última crisis. Como tampoco tiene que ver con una arquitectura institucional diferente, pues el Gobierno Central es el mismo y nuestra Comunidad Autónoma no ha tenido menos competencias que las otras comunidades, ni hemos tenido un sistema de financiación diferente que el de Madrid y Cataluña (algo que sí se podría argumentar con el País Vasco o Navarra). Tampoco se puede aducir el peso de la Historia, pues en 40 años de democracia, los andaluces hemos sido responsables en gran medida de nuestra propia economía, la tasa de analfabetismo es (oficialmente) irrelevante, nos hemos dotado de capital público suficiente (infraestructuras) y hemos tenido una significativa financiación europea. 
 
Quizás lo que hemos tenido, además de una cultura que desprecia o silencia, muchas veces por envidia, al emprendedor (¿cuántas estatuas tienen los empresarios? ¿cuántas medallas de oro de Andalucía se les conceden?) ha sido una política económica sectorial errónea y un exceso de presencia de los políticos en todos sitios. 
 
Las tasas de actividad y de paro son síntomas de una economía y una sociedad enfermas. Pues un buen sistema educativo da como resultado un capital humano empleable y una buena política económica da como resultado un tejido empresarial que lo emplea. Curiosamente dos de las cosas sobre las que tenemos que pedir cuentas en los próximos días. 
 
7 de noviembre de 2018