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lunes, 14 de septiembre de 2015

La crisis china

En los últimos meses hemos empezado a tener noticias alarmantes de la economía china. Noticias que han afectado a las economías occidentales, especialmente a los mercados financieros y a los de materias primas, y, a través de ellos a las principales economías desarrolladas y las de los países emergentes exportadores de materias primas (Latinoamérica y Africa). China, la segunda economía del planeta, tiene problemas y está generando turbulencias en la economía mundial. 

Los síntomas más evidentes de estos problemas son básicamente tres: la ralentización de su tasa de crecimiento desde el 8% previsto hasta el entorno del 6%, la caída de las Bolsas chinas en casi un 40% en menos de tres meses, y las reacciones, precipitadas, de las autoridades chinas cambiando las reglas de intervención en los mercados financieros (prohibiendo las posiciones a corto, autorizando a los fondos de pensiones a comprar acciones y obligando a las empresas a ampliar sus autocarteras) y devaluando el yuan en un 5% en una semana. 

Los problemas de la economía china son, sin embargo, más profundos y han venido estando ocultos tras su tamaño y sus cifras de crecimiento. Y es que China se enfrenta, en mi opinióna a tres desafíos que tendrán efectos mundiales. 

El primer desafío es de origen político, pues el sistema chino ha de resolver tres problemas políticos de primera magnitud: la contradicción que se plantea entre un sistema totalitario (y formalmente comunista) con la emergencia de una clase media, cada vez más potente e informada, que demanda derechos, y hemos tenido una muestra de ello en la "protesta de los paraguas" de Hong-Kong de este pasado año; en segundo lugar, las tensiones territoriales debidas a las diferencias de desarrollo entre la costa y la China interior (con implicaciones, además, étnicas e identitarias); y, por último, la gigantesca corrupción asociada al sistema que genera un profundo malestar en la población. Para enfrentar estos problemas y conseguir legitimarse, el sistema chino ha empezado a construir un incipiente estado del bienestar (especialmente en campo sanitario), lo que le llevará a un crecimiento de su gasto público y una reforma fiscal, porque tiene un déficit público (1,5% del PIB) y una deuda (en un 40% del PIB) aún contenidos. 

El segundo desafío de la economía china es de origen social, pues el modelo de crecimiento chino basado en bajos salarios, fomento del capitalismo ligado al poder y control de los mercados ha generado una muy desigual distribución de la renta y profundos desequilibrios territoriales. Es cierto que el crecimiento chino ha sacado a casi 250 millones de chinos de la pobreza extrema, pero eso solo significa que, en este momento, son impensables hambrunas como las de los cincuenta, en las que murieron más de un millón de personas. Pero no es menos cierto que aún viven en China más de 150 millones personas pobres, especialmente en las zonas rurales y en los cinturones de las zonas industriales. 

El tercer grupo de desafíos son estrictamente económicos. La economía china tiene, por ese irracional juego de las expectativas adaptativas, según el cual el futuro es la proyección directa del pasado inmediato, y por el comportamiento de rebaño de los agentes que actúan en los mercados, varias burbujas económicas: una burbuja inmobiliaria en las zonas de fuerte crecimiento, que aún no se ha desinflado; una burbuja financiera, auspiciada por su propio gobierno, que está siendo controlada con dificultad e impropias intervenciones; y una burbuja industrial, pues su modelo de crecimiento no es equilibrado. Por otra parte, el modelo de crecimiento chino es medioambientalmente insostenible lo que añade presión económica, social y política a los desafíos que enfrenta como sociedad. 

China es una de las locomotoras de la economía mundial y, de la misma forma que el crecimiento mundial de los últimos años ha tenido factura china, es probable que una parte importante de las turbulencias de los próximos años vengan de allí. Es lo que tiene crecer con desequilibrios. 

14 de septiembre de 2015