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lunes, 27 de agosto de 2007

Economía real y financiera

Uno de los temas en los que no suelen hacer hincapié los libros de economía es que el funcionamiento real de las economías depende de su entramado institucional. Y es que la forma en la que se pagan los impuestos, se organiza el mercado de trabajo o funciona el sistema financiero, determina el funcionamiento final de la economía porque afecta al comportamiento de las familias y al de las empresas, unidades básicas de la producción. Por eso, entre otras causas, no hay dos economías idénticas. Por eso una economía no es idéntica ni siquiera a sí misma a lo largo del tiempo, ni se pueden copiar ni repetir las estrategias de política económica. Las economías son organismos vivos que evolucionan. Y no hay dos idénticas. Tener esto en cuenta es importante porque muchos analistas económicos de chiringuito están haciendo estos días una serie de conjeturas sobre la economía española, a cuenta de lo que ocurre en la norteamericana, que hay que matizar. 

Desde un punto de vista de las instituciones y del sistema financiero hay varias diferencias importantes: la primera diferencia radica en que las familias norteamericanas pagan menos impuestos, en media, que los europeos, lo que determina que sean ellas las que deciden más claramente su nivel de consumo y de ahorro. Como su sector público no les presta tantos servicios como el nuestro (no tienen sanidad universal gratuita, ni un sistema universal de pensiones, ni universidades públicas casi gratuitas), la familia media americana tiene que ahorrar en forma de seguros médicos, planes de pensiones y fondos para la universidad de los hijos. Un ahorro que se canaliza a través de los grandes fondos de inversión que, a su vez, colocan este dinero en las empresas que cotizan en las bolsas norteamericanas (de las que Wall Street, la New York Stock Exchange, es solo una, aunque la más importante). Por otra parte, y esta es la segunda gran diferencia, las empresas americanas suelen financiarse emitiendo acciones y obligaciones convertibles por lo que acuden a los mercados, en vez de a los bancos, como hacen las empresas europeas. Como por otro lado, los dividendos se suelen pagar en forma de acciones liberadas por cuestiones fiscales, el resultado es que la evolución de la Bolsa americana no solo es determinante en el patrimonio financiero de las familias, sino también en su renta, por lo que sus fluctuaciones sí afectan al comportamiento del consumo de las familias y, a través de éste, al conjunto de la economía. El sistema financiero americano, esa institución que casa el ahorro con la inversión en una economía, está basado en los mercados, mientras que el nuestro pivota mucho más en los bancos. Y un dato corrobora lo dicho: en los Estados Unidos, casi el 70% de las familias tienen sus ahorros o parte de ellos en fondos de inversión o similares; en España, y es un hecho reciente, no llegan a 20%. 

Teniendo esto en cuenta podemos deducir que las relaciones entre economía financiera (y, por ende, variables monetarias) y economía real son mucho más intensas en los Estados Unidos que en Europa. Allí sí es cierto que la Bolsa influye en la economía real (y viceversa), en Europa es menos cierto, y en la muy estrecha bolsa española, la relación es muy tenue. De igual forma, lo dicho explica por qué el BCE y la Fed han actuado de forma diferente, pues mientras que para el BCE se trata de salvar a los Bancos, para la Fed se trata de mantener la confianza de los americanos en su bolsa. Y, finalmente, de lo expuesto también podemos deducir que, ante la situación actual, los daños que puedan causarse serán limitados y, además, que la política fiscal no puede actuar sobre ella. Por eso ha hecho bien la señora Merkel al no aceptar la propuesta del presidente Sarkozy (tan activo él) de reunir el G-8, como ha hecho bien Solbes en minimizar la situación. Y es que actuar histéricamente es, en este caso, además de erróneo, de mal gusto. 

27 de agosto de 2007 

lunes, 13 de agosto de 2007

Problemas financieros

En las últimas semanas están llegando noticias sobre quiebras de bancos hipotecarios norteamericanos, caídas en las distintas bolsas, intervenciones tanto de la Reserva Federal como del Banco Central Europeo, etc. que dan la sensación de que hay problemas financieros. 

Lo que está ocurriendo en los mercados financieros americanos es fácil de explicar. A lo largo del año 2001, y con el fin de evitar el enfriamiento de la tasa de crecimiento de la economía norteamericana, la Reserva Federal empezó una paulatina disminución de los tipos de interés. Ante los acontecimientos del 11-S, Greenspan, entonces presidente de la Reserva Federal, decidió una fuerte disminución de los tipos de interés que, en términos reales, llegaron a ser, a partir de mediados del 2002, negativos. Con tipos de interés reales negativos, las familias americanas se empezaron a endeudar, invirtiendo, al mismo tiempo, en activos inmobiliarios que, además, tenían buenas expectativas de rentabilidad. Esta inversión determinó un alza de los precios de las viviendas, a pesar de la flexibilidad de la oferta, cuyo resultado ha sido un gran crecimiento del sector de la construcción americano financiado con crédito hipotecario. Un crédito que, en los Estados Unidos, lo conceden bancos especializados, los bancos hipotecarios, que, a su vez, se financian con la colocación de paquetes de hipotecas en los mercados internacionales. La subida de los tipos de interés de los últimos años, la concesión de créditos con malas garantías y, finalmente, el exceso de viviendas vacías han provocado, en los últimos meses, una caída de los precios de las viviendas. Como, además, muchas familias se han endeudado por encima de sus posibilidades, han aumentado los créditos impagados dentro de los balances de los bancos hipotecarios haciendo que aumente el riesgo de invertir en ellos. Ante esto, los demás bancos les han cortado las líneas de financiación, por lo que muchos no pueden hacer frente a los pagos comprometidos. El resultado: la quiebra. Unas quiebras que, además, están afectando a aquellos bancos y fondos que compraron los paquetes de activos hipotecarios, y entre ellos, a algunos europeos y, seguramente, bancos chinos y asiáticos. 

Desde la perspectiva de la economía española, esta situación en los mercados norteamericanos nos puede, en mi opinión, afectar, pero más levemente de lo que los periódicos adelantan. La reacción coordinada de la Reserva Federal y del Banco Central Europeo hará que los daños sean limitados. Como por otra parte, la inflación está bajo control a ambos lados del Atlántico, los Bancos Centrales tienen margen de maniobra para mantener o estabilizar los tipos de interés reales en niveles razonables. En los Estados Unidos desaparecerán algunos bancos especializados, habrá correcciones en los niveles bursátiles y una caída de actividad en la construcción, lo que hará que su crecimiento sea más lento en unos trimestres. Pero, si solo es esto, esta situación tendrá una influencia muy lejana en nuestra economía y, en todo caso, de forma indirecta, a través de los problemas que puedan tener los alemanes y los franceses. 

Y no, no vamos a tener los mismos problemas en nuestros mercados financieros porque nosotros no tenemos bancos hipotecarios, nuestros bancos y cajas están muy vigilados en sus riesgos por parte del Banco de España y nuestros mercados son menos flexibles que los americanos. De cualquier forma, el boom hipotecario se ha pasado, pero no por contagio de lo que ocurre en los Estados Unidos, sino porque en nuestra economía se están dando causas internas similares a las que están en el origen de los actuales problemas norteamericanos. 

Dicho de otra forma, el enfriamiento de nuestra tasa de crecimiento, que ya se empieza a notar en los indicadores adelantados, no será igual ni se deberá a lo que ocurre en los Estados Unidos, sino a lo que los españoles hemos hecho, y dejado de hacer, con nuestra economía. 

13 de agosto de 2007