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lunes, 19 de marzo de 2012

Ideas sobre las deudas autonómicas

En medio del torrente de noticias que permanentemente recibimos, hay hechos que se resumen en un titular y pasan sin análisis al imaginario colectivo. Uno de estos hechos resumidos y convertidos en grandes frases es el tema de las cuentas de las Comunidades Autónomas. Un tema importante por sus efectos económicos y por su utilización política sobre el que es necesario reflexionar. 

Lo primero que hay que tener en cuenta es que cada administración que compone el conjunto del sistema administrativo español es económica y financieramente diferente, a pesar del intento de todas las autonomías de crear miniestados. Así, la Administración Central del Estado es una administración fundamentalmente reguladora y financiadora (recauda los impuestos y gestiona la deuda pública principal), mientras que la Seguridad Social es una administración de redistribución interna de la renta (contribuciones sociales y prestaciones) y las Comunidades Autónomas son administraciones orientadas a la prestación de servicios públicos, esencialmente educación y sanidad. De esta diferencia entre administraciones se tiene que deducir un primer corolario pues, mientras que es la Administración Central la que tiene que tomar las decisiones sobre impuestos y asumir su coste político, son las Comunidades Autónomas las que tienen la responsabilidad de ajustar el grueso del gasto público y asumir su coste político. De ahí, también, el que sea la Administración Central la que presione y regule las posibilidades máximas de gasto de las Comunidades. 

En segundo lugar, las Comunidades Autónomas, por la naturaleza de su función, son la administración más gastosa porque son las responsables de los gastos públicos que consumen más personal (la educación y la sanidad tienen como principal coste los recursos humanos) y porque sus servicios son bienes públicos individualizados que llegan a cada uno de los ciudadanos. Todas las Comunidades Autónomas, en esencia, tienen las mismas competencias básicas y todas tienen la misma función. Más aún, en teoría toda la ciudadanía tendría, según la igualdad que consagra la Constitución, que recibir los mismos servicios públicos. Y, sin embargo, el gasto por habitante (en educación o sanidad) difiere entre las comunidades, siendo mucho más alto en las más ricas. 

En tercer lugar, el sistema de financiación de las Comunidades Autónomas vigente es, además de complejo, también desigual, porque al incluir como criterio el PIB hace que la financiación por habitante sea mayor en las más ricas. Aparte de la excepción de las Comunidades Forales (País Vasco y Navarra), la complejidad de los variables de cálculo (población, territorio, PIB, etc) hace que haya comunidades autónomas bien financiadas (esencialmente las uniprovinciales), comunidades con financiación suficiente (Castilla-León, Madrid, las insulares, Valencia, Cataluña) y otras crónicamente mal financiadas (Extremadura). Dicho de otro modo, la financiación por habitante que recibe un residente de Madrid o Cataluña es mayor que la financiación por habitante de un extremeño o un gallego. 

De lo anterior se puede deducir que las deudas que acumulan las Comunidades Autónomas (el 13,1% del PIB) no sean iguales, ni pueden tratarse por igual, porque tienen distinto origen. Así, los 5.707,5 euros por habitante que deben los catalanes o los 4.142 euros de los valencianos no se deben a un problema de financiación, pues el sistema les ha beneficiado lo mismo que a los madrileños (2.418 euros de deuda), sino a un exceso de gasto en servicios públicos. Son estas comunidades, pues, las que han de hacer el esfuerzo más grande por ajustarse, no sólo porque son las que más deben, sino porque deben mucho más que comunidades más pobres que tienen menos financiación por habitante, como es el caso de Andalucía con una deuda per capita que es un 30% de la catalana. 

Lo siento, pero no se puede despachar un ajuste fiscal como el que hemos de hacer repartiendo los recortes burdamente, pues me temo que el tema es bastante más complejo. Creo que haría bien el Gobierno en explicarlo, aunque sea entonando el mea culpa del despilfarro en Valencia. 

lunes, 5 de marzo de 2012

Las razones de Merkel

Es un hecho casi evidente que las decisiones del eje franco-alemán determinan la política económica europea. Para comprender la política económica alemana respecto Europa es necesario tener en cuenta que la política económica de un gobierno democrático está determinada no solo por el análisis que haga en cada momento el Gobierno, sino por lo que piense su opinión pública. Debajo de toda política económica late la opinión del ciudadano medio, filtrada y manipulada por los medios, y la interpretación que de ésta hagan los partidos políticos y, sobre todo, el Gobierno que es quien lleva la iniciativa. Conocida, pues, la opinión del ciudadano medio alemán podremos comprender las razones de Merkel. El ciudadano medio alemán tiene un buen conocimiento de su economía. En Alemania, los libros de alta divulgación económica son bestseller porque los alemanes leen. La explicación del éxito económico alemán contenido en ellos se sintetiza en cuatro ideas clave que son casi dogmas en Alemania. A saber, primera: el éxito económico alemán se basa en una economía industrial de exportación de alta calidad y tecnología, con mecanismos de redistribución interior a través del Estado de Bienestar; segunda: para que esta economía crezca son necesarios precios estables (inflación cero) y una moneda estable; tercera: para tener esta estabilidad es fundamental una política monetaria ortodoxa, una política fiscal equilibrada y un mercado de trabajo que relacione salarios con productividad; y cuarta: este modelo es que tiene que adoptar Europa en su conjunto porque, como Alemania, tiene ventaja competitiva en capital humano y no tiene recursos naturales. Con estas ideas en la cabeza, Alemania no comprende a la economía británica orientada a las finanzas, ni el estatismo francés, ni la economía griega, basada en el comercio y el turismo. El ciudadano medio alemán está cansado de la estructura actual de Europa. Sabe que aporta 1.045 euros per cápita netos a la UE, mientras que un francés solo aporta 805, un español recibe 49 y un griego gana 2.284. Y está cansado de que cada ocurrencia europea sea un juego en el que "todos ganan y, al final, paga Alemania". Como está harto de que su poder en Europa no sea correlativo a su aportación y su economía. Y recuerda que, mientras ellos financiaban a las regiones más atrasadas en Europa, nadie les echó una mano para reconstruir la Alemania del Este. 

El ciudadano medio alemán está preocupado por la crisis del euro y está arrepentido de haber cedido el marco para crearlo, con socios que le han engañado, y por eso no entiende que se quiera cambiar una política monetaria que a ellos les funcionó durante 50 años. Como no entiende que si ellos hicieron una profunda reforma de su Estado del Bienestar y reformaron su mercado de trabajo, no estén dispuestos los demás a hacerlo con los graves problemas actuales. 

El ciudadano medio alemán, educado en la ética de los principios y no en la de las consecuencias, cree que Grecia tiene que pagar sus deudas porque es lo que hay que hacer y una deuda es un compromiso (palabra mágica para un alemán). Además, teme que si acepta que Grecia no tenga castigo, los italianos y los españoles tampoco paguemos. Prefiere el coste de hacer lo que se debe, antes que transigir y hacer lo que sería más práctico y conveniente. 

Finalmente, el ciudadano medio alemán no entiende que los critiquemos y, al mismo tiempo, les pidamos ayuda. Como no entienden que los que mintieron y gastaron por encima de sus posibilidades sean ahora las víctimas. 

Estas ideas son, en mi opinión, la base de la política de Merkel. Ideas que hemos de tener en cuenta porque pesarán de forma creciente en la política europea, pues hay elecciones federales en 2013. Y es que comprender a Alemania es clave para poder elaborar nuestra política económica. Algo que Zapatero nunca supo y que espero que Rajoy aprenda pronto.