Páginas

miércoles, 19 de junio de 2019

Entorno político

A tenor de los resultados de las elecciones de este año y del comportamiento postelectoral de nuestros políticos, mucho me temo que el entorno político no va a mejorar significativamente. Y entiendo por entorno político el conjunto de decisiones de las instituciones y de las distintas administraciones para resolver los problemas de la ciudadanía, mediante el ejercicio de su potestad legislativa y el uso de los recursos y capacidades públicas. 
 
Y digo que no va a mejorar significativamente el entorno político porque, en el plano europeo, la fragmentación tras las elecciones europeas, el brexit, el permanente desafío de los países del Este y la crisis política italiana, así como la ausencia de un liderazgo claro (¿realmente creen Macron y Sánchez que pueden liderar la Unión Europea sin contar con Alemania?) darán como resultado una parálisis que notaremos poco a corto plazo, pues hay un generalizado desconocimiento de la ciudadanía europea del funcionamiento de la Unión y la política europea no es seguida en nuestro país. Pero el hecho es que la política europea, salvo sorpresa, mantendrá su catatónico funcionamiento, alejada de los problemas a los que tendría que enfrentarse. Poco podemos esperar de Europa que nos ayude a resolver los graves problemas medioambientales, los de descenso demográfico o los de derechos de los inmigrantes a los que nos enfrentamos. 
 
Tampoco parece que vaya a mejorar el entorno político español, pues el Gobierno del señor Sánchez, con un respaldo popular del 28,68% de los votos y 123 diputados, no tiene apoyos suficientes para abordar un proyecto de país, ni de sociedad, ni de economía, más allá de gestos como los de los viernes sociales. El novedoso «Gobierno de cooperación» que parece que finalmente tendrá con Podemos y los independentistas, no garantiza, tampoco, ni los apoyos, ni la estabilidad suficiente, pues habría muchas concesiones a los independentistas que difícilmente podría explicar, como habría contradicciones en su política económica, ya que no hay demasiada coincidencia entre los intereses del empresariado vasco y las posiciones ideológicas de Podemos. Me temo que, en el plano español, los tiempos políticos que se avecinan, lejos de ser de debates y decisiones meditadas sobre nuestros problemas de paro, deuda pública, demografía, violencia machista, desigualdad, corrupción, educación, envejecimiento, unidad territorial, etc. serán de debates estériles y decisiones simples. 
 
Finalmente, no creo que vaya a mejorar mucho la situación política en el nivel autonómico, porque aún quedan demasiadas inercias del pasado, no hay un proyecto político unitario entre PP y Ciudadanos (más allá del desalojo del PSOE), les está costando mucho mover una burocracia ineficaz y Vox perturba en demasía a unos y a otros. No creo que el entorno político en el que la ciudadanía desarrolla su vida cotidiana, que la situación política, vaya a mejorar en los próximos meses, pues las capas que lo componen (y a las anteriores tendríamos que añadir las administraciones locales) son muy poco eficientes para abordar los problemas a los que nos enfrentamos y las soluciones que proponen los políticos que hemos escogido son muy fragmentarias o parciales. Y, para comprobarlo, bastaría con analizar en cuantas veces se habla de paro, de violencia machista (con Pacto de Estado incluido), de desigualdad o medio ambiente y cuál es el resultado de todas las soluciones que aportan. 
 
Peor aún, mucho me temo que la mayoría de los políticos de casi todos los niveles andan ocupados en nimiedades que no resuelven los problemas de la gente, ni los cotidianos y más acuciantes (el paro, la pensión, los alquileres, la educación, los mayores, etc), ni los que tenemos planteados a largo plazo como sociedad y como parte de la Humanidad (el medio ambiente, la desigualdad, los flujos migratorios masivos, los ataques a la libertad a partir de la tecnología, etc). 
 
No, no creo que el entorno esté hoy mejor que antes de las elecciones y no creo que mejoremos. Lo que me lleva a la inquietante pregunta de ¿es la ciudadanía como sujeto colectivo racional? 
 
19 de junio de 2019

miércoles, 5 de junio de 2019

Centro

En tiempos de Trumps, Bolsonaros, Faranges o Salvinis cualquieras; en tiempos de Maduros, Ortegas, Erdogans o Putins; en tiempos de cosmologías subjetivas e ideologías simples hechas a base de tuits y de fake news; en estos tiempos de neo-neoromanticismo en los que lo cierto se confunde con lo emocionante y la razón se sustituye por los sentimientos; en estos tiempos de bloques, blancos y negros, rojos y azules; en tiempos de tribus y de identidades definidas... es necesario que haya personas moderadas, gentes de centro cuya ideología sea el acuerdo. Porque, salvo algunas cosas fundamentales, en la vida y en la política, ni lo cierto, ni lo bueno está siempre del mismo lado, aunque sí está siempre en la verdad y en el respeto a la individualidad de cada uno. 
 
En tiempos de dispersión de voto, en los que el partido que más obtiene no llega al 30% del total de los votos (lo que hace que no tenga más apoyo que el 22,5% de los llamados a urnas), en los que los siguientes no alcanzan el 20% y los que más vociferan apenas rozan el 10%... es necesario que haya algún partido de centro cuyo papel sea el de moderar el discurso de unos y de otros, de ser puente entre un bloque y otro, entre una tribu y otra. Porque, salvo en algunas cosas fundamentales, tales como Europa, la Constitución, la integridad territorial y las libertades básicas, lo demás es posible discutirlo y modificarlo siguiendo un procedimiento democrático. 
 
En tiempos de enfrentamiento y conflicto, de polarización y de personalismos, es necesario, por el bien de cualquier sociedad, que haya personas, instituciones y partidos que no aspiren a conformar y llegar a una mayoría, sino que, siendo una minoría, sirvan a todos. Porque en tiempos de polarización, en los que los extremos agrupan las mayorías, es necesario que haya personas, instituciones y partidos que mantengan la posibilidad del diálogo, aunque los extremistas de uno y otro lado no se lo reconozcan. 
 
Y porque vivimos en tiempos convulsos, de dispersión de voto, de enfrentamiento y polarización es por lo que creo que en nuestro sistema político es necesario hoy un partido como Ciudadanos. Un partido que fue capaz de votar a favor para que Mariano Rajoy conformara Gobierno (como se abstuvo la parte más moderada del PSOE), al tiempo que llegaba a acuerdos con el PSOE en Andalucía. Una posición que, en mi opinión, tenía la coherencia de buscar la gobernabilidad y la convivencia. 
 
Por eso no entiendo la estrategia del señor Rivera en los últimos meses. En mi condición de andaluz entiendo la coalición de gobierno con el PP en Andalucía, pues desalojar al PSOE de la Junta era un ejercicio de higiene política y democrática necesario para romper un sistema que había llegado a convertirse en un régimen político. Lo que no entiendo, ni lo entendí en la campaña electoral, es el veto de Ciudadanos al señor Sánchez, pues, aunque me parezca un presidente inconsistente, ha ganado las elecciones y es el llamado a conformar gobierno. Máxime cuando un Gobierno de coalición del PSOE y Ciudadanos sería bien visto por una mayoría de la ciudadanía más amplia que la que reflejan los votos obtenidos por cada uno de ellos en las generales. Por eso tampoco entiendo la dificultad que tienen en la geometría de apoyos en distintas autonomías y grandes municipios. Para mí, que Ciudadanos apoye en algunos casos al PP y en otros al PSOE, lejos de parecerme una incoherencia, creo que es la esencia política de lo que debe ser un partido de centro. Es decir, la esencia de su función de partido de centro y el servicio que han de prestar a la ciudadanía. 
 
El problema es que estar en el medio no es ni cómodo, ni fácil. Pero, en los tiempos en los que vivimos, es una función necesaria. Y para ello, y aunque parezca una contradicción, hay que aspirar a ser siempre minoría. 
 
5 de junio de 2019