Después de un año de Gobierno Rajoy creo que tenemos elementos de juicio suficientes para hacernos una idea de cuál es su estilo de gobierno, qué objetivos persigue y cuáles son sus principales líneas de actuación.
Mariano Rajoy es un político cuyo principal objetivo es ganar elecciones, no cambiar la realidad. Quizás por la forma en la que perdió las elecciones de 2004 (cuando las tenía ganadas), quizás porque Pedro Arriola influye mucho en el PP, quizás porque Rajoy es solo un político gris, el caso es que creo que el eje central de la acción política de Rajoy no es tanto resolver problemas cuanto ganar elecciones. De hecho, casi todas las decisiones del gobierno de este año se pueden explicar por ese objetivo y dos circunstancias: las elecciones autonómicas y la urgencia de la situación económica.
Así, las primeras medidas del Gobierno estuvieron pensadas para, ajustando el déficit, no perder las elecciones andaluzas de marzo (subida del IRPF, congelación del sueldo de los funcionarios, tímida reforma laboral, etcétera); después se hicieron coincidir las elecciones gallegas con las vascas para minimizar el debate sobre el fin del terrorismo; y, finalmente, se ha aplazado un rescate suave (ya negociado) por la sorpresa de Mas de adelantar las elecciones catalanas. En estas citas electorales, cuyo calendario (salvo las gallegas) no controlaba, Rajoy ha tenido la suerte de no tener prácticamente contrincante, pues el PSOE es un partido a la deriva, sin análisis, sin discurso y sin liderazgo. Y, en las catalanas, el resultado ha dado lugar a un caos ingobernable que le da la oportunidad de ser la voz de la sensatez, al tiempo que las necesidades de financiación de la Generalitat le da un baza importante de negociación. Por su parte, las huelgas generales que se le han convocado o las permanentes protestas no han sido elementos que hayan influido en Rajoy, en gran medida porque las tenía descontadas y conoce las dificultades económicas de los sindicatos, su dependencia de los presupuestos y el desprestigio social que van acumulando. La situación económica es la otra preocupación de Rajoy. Creo que Rajoy intuye los problemas económicos y su gravedad, pero no tiene los conocimientos suficientes para comprenderlos y abordarlos con coherencia. En este sentido, su primer error ha sido no haber depositado su confianza en un superministro de economía (como hicieron González con Boyer o Aznar con Rato), sino asumir él esta responsabilidad. Por eso, la política económica que está desarrollando es parcial e incompleta. No comprende la necesidad de una profunda reforma estructural de nuestra economía, ni la situación en el mercado de trabajo, ni la insostenibilidad de las cuentas públicas, ni el exceso de intervencionismo. Rajoy no sabe economía y, por eso, toda su política económica se reduce a un par de indicadores: la prima de riesgo y la necesidad o no de pedir el rescate. Un par de indicadores que ha fiado, más que a sus decisiones, a las decisiones de otros: las elecciones italianas y su desenlace, los problemas de ajuste de Francia y la desaceleración alemana en año de elecciones.
Estos son, en mi opinión, los dos ejes de la política española de este primer año de Gobierno Rajoy. Rajoy no tiene otro estilo de gobierno que el de la resistencia. No busca tanto cambiar la realidad, cuanto resistir y acomodarse. Por eso, para Rajoy, el año no ha sido tan malo, máxime si se tiene en cuenta que podría haber sido desastroso.
El problema es que resistir no es irnos bien. Porque la crisis política no se está resolviendo (ni enfocando); la crisis económica no se está abordando correctamente; y, aunque de momento no estalle, la crisis social, una creciente dualidad con 5,8 millones de parados, se está acentuando. Y, en estas crisis, resistir no es suficiente, hay que tener imaginación e iniciativa. Dos cosas de las que carece Rajoy. Por eso, a la ciudadanía, paradójicamente, no nos queda otra que... resistir.