Páginas

lunes, 18 de noviembre de 2013

Desilusión

La Conferencia Política del PSOE celebrada hace unos días me ha producido una cierta desilusión. Una desilusión por lo que ha sido la conferencia en sí, por su contenido y por su mensaje final. 

En primer lugar, creo que el PSOE se ha equivocado en la forma de enfocar su renovación. En mi opinión, tras la debacle electoral, tendría que haber convocado un congreso extraordinario, en un año aproximadamente, para construir un nuevo liderazgo y, a partir de ahí, renovar sus propuestas. Porque es el liderazgo el que determina el discurso y da coherencia al relato político, ya que eso es lo que da la condición de líder político de alguien. Hacerlo como lo ha hecho, empezando por las "ideas", para después escoger al "gestor" de ese ideario, es despojar al que elijan de su propio carácter de líder. Peor, como pronto empieza el ciclo electoral, la persona que escojan solo tendrá un año para preparar las generales del 2015. 

Mi segunda desilusión ha sido el contenido de la Conferencia. Empezando por la ponencia, un mamotreto de 384 páginas, que me parece excesivo como líneas maestras programáticas, máxime cuando, además, se remite a más documentos para argumentar lo que sostiene. Una ponencia incoherente en su contenido, con lagunas increíbles y con detalles asombrosos. Incoherente porque parece hecha a partir de "trending topics" de la política del momento, y no desde un análisis equilibrado y riguroso de la situación política, social y económica de España. En cuanto a las lagunas, dos muy llamativas: política exterior y política territorial. Sobre política exterior se dice tan poco que sorprende la reflexión sobre la globalización con la que se abre el texto. Como sorprende que, siendo el tema territorial un eje crítico del debate político, se despache con una referencia al documento de Granada, que podría haberse extractado en esta ponencia. En general, la mayoría de las ideas son demasiado añejas, con ecos del siglo XIX (el tema de la laicidad tiene más de un siglo), cuando no del programa de Zapatero, muy poco innovadoras para los retos que tenemos en el sexto año de crisis económica. En política económica, más concretamente, hay demasiado lugar común, poca economía rigurosa y mucha propuesta de intervención. Así, por ejemplo, el tratamiento del sistema financiero es de una ingenuidad que asombra. Sin embargo, enfocan bien el tema fiscal, pero no lo rematan porque siguen sin considerar las cotizaciones sociales como un impuesto al trabajo (otra antigualla). Hay una genuina preocupación por el paro, pero enfocan, en mi opinión, mal la regulación del mercado laboral, proponiendo la vuelta a un modelo que nunca ha funcionado bien. Pero la sorpresa más importante de la ponencia es que dedica solo 27 páginas al Estado del Bienestar (pensiones, dependencia, sanidad y educación), con otra ristra de ideas antiguas, mientras que hay 20 páginas dedicadas al propio PSOE y 30 a los medios de comunicación, internet y la "política cultural progresista". Mucho me temo que la ponencia no sirva realmente para mucho, salvo para certificar que el PSOE no ha renovado más sus ideas de lo que ha renovado su liderazgo. 

Por último, el mensaje final. El que el PSOE "haya vuelto más rojo", más radical, no creo que sea la forma de ganar las próximas elecciones, máxime si tiene en cuenta que no puede luchar a ser más "rojo" que IU, que ha perdido Cataluña y le pesa en el resto de España el tema territorial. 

Creo sinceramente que España necesita al PSOE, pero un PSOE mucho más riguroso a la par que innovador, más capaz de renovarse tanto en liderazgo como en ideas. Y le hubiera bastado con mirar fuera de nuestras fronteras para ello. El hecho es que, a menos de un año de iniciarse el ciclo electoral, el PSOE sigue sin ideas y sin liderazgo. Demasiada ventaja para un PP que puede crecerse a poco que vaya la economía mejor (que irá).

lunes, 4 de noviembre de 2013

Una buena noticia, adelantada

Estamos tan ávidos de buenas noticias económicas que, cuando hay el más ligero indicio, el Gobierno se apresura a publicarla, los medios en jalearla y la opinión pública en celebrarla. 

La semana pasada, el Instituto Nacional de Estadística (INE), como es habitual, publicó el Indice de Precios al Consumo (IPC) "adelantado" del mes de octubre. Es un indicador interesante que se calcula a partir de una muestra de la muestra de bienes y servicios del IPC normal, y es "adelantado" porque se publica sin que se haya terminado el mes. El dato normal de IPC de octubre, que suele coincidir con el "adelantado", se conocerá el día 13 de noviembre según el calendario del INE. Es un típico indicador para analistas porque se publica tres semanas antes y permite tomar decisiones, sobre todo, en los mercados financieros. Lo curioso del caso es que no se le suele prestar atención periodística y esta vez, en plena campaña propagandística de la "recuperación" se ha publicitado como si fuera el definitivo. 

Y el dato publicado es objetivamente bueno. Si se confirma, el dato de que, en tasa interanual, los precios se han estabilizado, pues eso es lo que significa una caída de octubre a octubre del -0,1%, es una buena noticia. Buena noticia porque significa que las rentas (salarios, pensiones, prestaciones) no se están viendo erosionadas por la inflación. Buena noticia porque no se produce deslizamiento impositivo en el IRPF. Buena noticia porque, dado que la inflación en Europa es unas décimas superior, estamos ganando competitividad. Buena noticia porque supone una base para la bajada de los tipos de interés. Buena noticia, en definitiva, porque es un equilibrio fundamental que hay que tener siempre controlado. 

Las causas de esta buena noticia son, en mi opinión, cuatro. En primer lugar, el precio del petróleo y de la mayoría de las materias primas en euros está estabilizado o a la baja, desde hace más de un año, no solo por la evolución de los propios mercados, sino por la ligera apreciación del euro frente al dólar. En segundo lugar, en octubre se ha terminado la absorción, que produce a su vez un efecto estadístico, de la subida del IVA del año pasado. En tercer lugar, y es ya una causa más determinante, la senda de estabilidad de precios en la que parece que entramos se debe a la atonía del consumo privado, lo que nos indica que las empresas reaccionan al bajo crecimiento de la demanda interna con control de costes. Y, finalmente, y es, en mi opinión, la verdadera razón del buen dato, tenemos la inflación controlada porque está habiendo un fuerte ajuste de las rentas salariales (empezando por la de los funcionarios) y hay un importante incremento de la productividad real por asalariado. En definitiva, la inflación empieza a comportarse como debería según las circunstancias de crisis. 

La cuestión es si esto es una situación coyuntural o es una tendencia. Y es en esta cuestión donde no se puede hacer un análisis tajante. Porque si bien hay elementos que nos indican que las empresas y los trabajadores españoles han aprendido que no se puede tener un crecimiento sano a base de inflación, porque nos movemos en un entorno competitivo global, por otra parte persisten en nuestra economía no pocos elementos inflacionarios, pues no se han hecho las reformas estructurales sectoriales que hagan a los mercados españoles verdaderamente competitivos, ya que seguimos teniendo mercados semimonopólicos y regulados, empezando por los de factores de producción, que sólo tienen moderación de precios por la atonía del consumo. En definitiva, por si había alguna duda de que esta crisis es diferente a las grandes del siglo XX, los datos de inflación lo corroboran, porque la de los treinta cursó con la grave enfermedad de la deflación y la de los setenta con la no menos grave de la inflación. Esta, al menos, en esto nos va bien.