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lunes, 11 de febrero de 2008

Exámenes de marzo

El próximo marzo hay elecciones generales y andaluzas. Unas elecciones en las que examinamos a los que nos gobiernan de lo hecho en la última legislatura. Un examen que es bueno hacer con un cierto grado de desapasionamiento. 

Cuatro son los temas clave de los que tenemos que examinar al Gobierno del presidente Chaves: la gestión institucional del marco del Estado de las Autonomías y su colaboración a la gobernabilidad general de España; la sanidad y la educación, por ser las dos competencias exclusivas y las importantes en términos presupuestarios (el 52% del presupuesto andaluz, o lo que es lo mismo, ¡más de dos billones y medio de pesetas!); y, finalmente, la ordenación y gestión del territorio tanto en sus aspectos medioambientales como de infraestructuras. Hay, pues, que juzgar la labor de Chaves por lo que ha hecho en estos temas, a los que se podrían añadir aquellos en los que no ha hecho nada (la ley de dependencia es un buen ejemplo) y el tono general en el que se ha ejercido sus responsabilidades, pero no por aquellos en los que sus competencias son muy menores. 

La gestión institucional de esta legislatura no ha sido, en mi opinión, buena. Y es que siendo Andalucía la comunidad autónoma más poblada, y una de las más pobres, siempre debió oponerse a unas reformas estatutarias que, hechas en clave nacionalista, suponen una menor solidaridad interterritorial. Más aún, lo absurdo es que Chaves lo haya aceptado siendo el presidente del PSOE, partido que gobierna tanto en Madrid como en Barcelona (allí bajo las siglas PSC). Una mala gestión institucional cuyos pésimos resultados en términos políticos se cosecharon en la baja participación en el referéndum y que pasará factura económica en las próximas legislaturas. 

La gestión sanitaria y educativa, por su parte, no han mejorado en la última legislatura. La sanidad andaluza sigue con sus sempiternos problemas: hay un evidente fracaso en la atención primaria que lleva a un colapso de las urgencias; sigue habiendo importantes listas de espera en muchas especialidades; sigue la mala utilización de los recursos materiales con áreas muy dotadas y otras infradotadas; sigue habiendo una pésima gestión de personal. Y la prueba de esta mala gestión es el crecimiento de la sanidad privada porque si la sanidad pública, que es gratuita, funcionara correctamente, ¿quién pagaría la atención privada? Por su parte, el fracaso educativo es tan evidente que bastan un par de datos. En el informe Pisa del 2006, con todos los matices que se quiera, Andalucía se sitúa muy por debajo de los mejores, e incluso, de aquellas comunidades que gastan por alumno lo mismo que nosotros. Más aún, Andalucía tiene uno de los mayores índices de fracaso y de abandono escolar. No es, pues, una cuestión de gasto, que también, es una cuestión de gestión. Se trata de tener menos ocurrencias y más pensamiento; de tener más profesorado, no de más ordenadores para que los niños jueguen; se trata de dar más retribución, consideración y autoridad a los profesores, no de sospechar permanentemente de ellos; de tener menos ocurrencias lingüísticas y más concentración en las habilidades básicas. Se trata de gestionar con menos carnet en la boca y más competencia técnica. 

Y si nuestra educación es un desastre, la ordenación de nuestro territorio ha sido un caos por dejación de funciones. Y bastan los nombres de Marbella, Chiclana o Algarrobico para hacernos una idea de cómo nos va en temas territoriales. 

Lo siento, pero el trabajo del Gobierno del presidente Chaves no ha sido bueno. Ni siquiera en las formas. Porque es un Gobierno omnipresente e intervencionista, caciquil en algunos casos. Tanto que hasta quiere regular cómo han de jugar los niños a la comba. Lo siento, pero este gobierno ha suspendido. Lo mejor, entonces, será que lo cambiemos. 

11 de febrero de 2008 

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