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lunes, 13 de diciembre de 2010

Sistema educativo

En esta semana pasada se ha vuelto a publicar el informe PISA. Y sus resultados, tanto para el conjunto de España como para nuestra comunidad, han vuelto a ser desastrosos. Nuestro sistema educativo básico, comparativamente con los de nuestros socios de la OCDE, funciona mal. Y es un hecho objetivo que exige, en mi opinión, un análisis no sólo más profundo, sino más diverso del que se ha producido. 

Para empezar, es necesario considerar que la educación, la trasmisión de conocimiento y valores, especialmente a la generación siguiente, se puede tratar de muchas formas, porque tiene dimensiones psicológicas, ideológicas, políticas, sociales y económicas. Unas dimensiones que no mide PISA, pues este estudio (véase en www.pisa.oecd.org) sólo dice, esencialmente, qué habilidades lectoras tienen nuestros adolescentes y qué nivel de conocimientos de matemáticas y de ciencias han adquirido. Unos campos que están relacionados, pues sin saber leer difícilmente se puede haber aprendido algo sobre ciencias. PISA mide, del conjunto de la educación, unos aspectos importantes y claves, pero no todos. Como los mide sólo en un momento temporal del proceso educativo, la adolescencia. Afirmando la importancia del informe, creo, sin embargo, que para analizar una actividad tan nuclear como la educación son necesarios muchos más datos, estudios más longitudinales (en distintos momentos educativos), con muestras más homogéneas. Sólo así tendríamos una visión más clara de cómo es nuestra educación. 

Más aún, hay un aspecto en el que el análisis es poco consistente, y es que no se considera la educación como el resultado de un proceso complejo en el que actúan más elementos que la escuela y algunos difusos elementos sociales. En mi opinión, hay tres sistemas que nos educan a lo largo de nuestra vida, participando más o menos intensamente en cada momento: la familia, la escuela y el entorno social (la "calle"). La familia es el primer agente educador que, a medida que vamos creciendo, va perdiendo importancia para transferirla, primero, a la escuela y, después, a la "calle". En los primeros quince años de nuestra vida, la educación no es sólo responsabilidad de la escuela, sino más determinantemente de la familia. Como en los siguientes quince siguientes tiene la escuela (Instituto, Universidad) un papel mucho más importante que la familia, al tiempo que el entorno social (amigos, medios de comunicación, trabajo, etc.) va adquiriendo protagonismo. Así pues, analizar los resultados PISA como resultados de la escuela y sus elementos (profesorado, organización, leyes, etc.) y no introducir a las familias como corresponsables de estos resultados es hacer un pobre análisis. Y basta un razonamiento sencillo: para que un joven de 15 años comprenda lo que lee ha debido de aprender a leer en la escuela, pero ha debido entrenar esa habilidad, no sólo en la escuela, sino en su tiempo en familia. En una familia en la que no hay libros, en la que los padres no leen, en la que los niños nunca leen un cuento en voz alta o no se valoran los conocimientos adquiridos en los libros, es mucho más probable que sus hijos adolescentes de 15 años no tengan la habilidad de la lectura comprensiva que en un entorno familiar justo al contrario. Dicho de otra forma, si, a igualdad de horas de lectura en clase, unos leen y otros no, lo más probable es que el problema, además de las diferencias personales, esté en el entorno familiar. Y más en un entorno familiar dimisionario en esta tarea educativa, pues su parte de responsabilidad se la suele ceder al otro agente educador: el entorno social. Un entorno social que, en edades tempranas, se reduce a la televisión y a las consolas. No, no educa sólo la escuela. También educa la familia y la sociedad en su conjunto. Si el informe PISA nos habla de desastre, mucho me temo que hay que buscar responsabilidades no sólo en la escuela, sino más allá de la escuela. O no resolveremos nunca la triste realidad que nos refleja. 

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