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martes, 13 de julio de 2010

Deudas españolas

Por las declaraciones de nuestros políticos, los análisis de algunos opinantes y las preguntas que me han hecho mis estudiantes en Alemania, donde se sigue este tema con más interés que en España, creo que hay un cierto desconocimiento sobre la preocupante situación financiera de la economía española. Un desconocimiento que impide un discurso coherente a algunos y una opinión razonable a otros. 

Para empezar digamos que el monto total de deuda bruta, de todos los agentes de la economía española (hogares, empresas no financieras, administraciones públicas y bancos), según datos de diversos organismos internacionales, es de alrededor del 343% del PIB. En porcentaje de PIB, o sea, en términos relativos, es la tercera deuda más grande del mundo, después de la de el Reino Unido y Japón, y muy alejada, por ejemplo, de la de Estados Unidos (290% del PIB) o Alemania (273%). En euros, el cálculo es relativamente fácil si se tiene en cuenta que el PIB español es de alrededor de 1 billón de euros. De ahí podemos deducir que los españoles tenemos deudas por valor de casi 3,5 billones de euros, mientras que la deuda norteamericana es de casi 27 billones de euros. Tenemos una de las deudas más importantes del mundo, aunque, por nuestro tamaño, no sea de las más mayores en términos absolutos. 

Esta deuda se reparte, aproximadamente, de la siguiente forma: las familias deben 85 puntos de los 343; las empresas no financieras, 140; las Administraciones públicas, 55; mientras que la banca tiene deudas de 63 puntos. En términos absolutos, se puede hacer el cálculo de la misma forma que antes. Sobre esta distribución es necesario hacer cuatro comentarios: la deuda de los hogares es demasiado alta; la de las empresas no financieras es excesiva; la deuda del sector público es, aún, relativamente pequeña; y, finalmente, nuestro sistema financiero no plantea problemas de deuda. Por tamaño, el problema no es el sector público, como se ha venido señalando los últimos meses, sino la gran deuda de las familias, lo que impide el crecimiento del consumo, y de las empresas, lo que impide el crecimiento de la inversión. 

Sin embargo, mientras que las deudas de las familias y empresas plantean problemas de tamaño, es el crecimiento de la deuda del sector público lo que nos preocupa por la rapidez con la que se está acumulando. Y debe preocuparnos más porque el crecimiento de la deuda del Estado depende de muy pocos agentes decisores. Dicho de otra forma, que esos 55 puntos se van a convertir en casi 65 solo en este año por las decisiones erróneas de nuestro Gobierno. Y, previsiblemente, crezcan otros 5 o 6 puntos el año que viene, con lo que solo en dos años, nuestros gobiernos (también los autonómicos) serán los responsables del crecimiento global de la deuda en casi 15 puntos. De la deuda de los bancos, lo preocupante no es el tamaño, sino su inmediatez y que está ligada a la de familias y empresas. 

Otro aspecto importante a tener en cuenta es que una parte grande de esta deuda global es deuda externa, especialmente con países europeos. En total les debemos el 172,3% de nuestro PIB, siendo el tercer país del mundo por deuda externa global. Una deuda externa que seguirá creciendo porque ni las familias, ni las empresas, ni el Gobierno ahorran lo suficiente. 

Porque tenemos una deuda total relativa gigantesca, las familias y empresas están muy endeudadas y solo con años se bajará ese nivel de deuda, porque nuestro sector público ha sido muy irresponsable y ha perdido la credibilidad, porque nuestro sistema financiero tiene que hacer un ajuste inevitable y porque necesitamos el ahorro extranjero, es por lo que los mercados, esos "entes diabólicos", nos piden más interés y planes creíbles para prestarnos dinero. Nuestro crecimiento se hizo acumulando deuda. Mientras no la bajemos no volveremos a crecer. Por eso sabemos que la crisis será muy larga. Y esto es lo que hay. 

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