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lunes, 7 de enero de 2013

Abismo fiscal (aplazado)

Estas navidades, las noticias económicas que han acaparado más portadas han sido eso que los periodistas han bautizado con el sonoro y contradictorio nombre de "abismo fiscal" (fiscal cliff), y las negociaciones contrarreloj que culminaron el día de Año Nuevo con un acuerdo que parece, por la sensación de alivio que han producido, un puente sobre el abismo. Un puente que, por desgracia, sólo va durar dos meses, si otras negociaciones no lo remedian. 

Se está llamando "abismo fiscal", usando una imagen que no es intuitiva, aunque sí da sensación de peligro, a la posible situación en que se encontraría el crecimiento de la economía norteamericana si no se hubieran prorrogado, con algunas modificaciones, leyes de rebajas de impuestos y leyes de mantenimiento del gasto público que se habían aprobado como transitorias en años pasados. Y es que el presidente Bush (republicano), con la crisis ya en marcha el año 2008, en su último año de mandato y con elecciones a la vista, logró que el Congreso norteamericano aprobara una reducción de impuestos sobre la renta, que venía a sumarse a reducciones previas, como una medida transitoria para estimular el consumo de las familias norteamericanas y le puso fecha de caducidad el mandato siguiente, o sea, hasta finales del 2012. Por su parte, el presidente Obama (demócrata), que ha tenido que batallar en su primer mandato con la crisis, logró que el Congreso aprobara, también transitoriamente hasta 2012, una expansión del gasto para el salvamento de los bancos y las empresas, al tiempo que ampliaba la cobertura del desempleo, como una medida para estabilizar el crecimiento económico. 

El resultado de los dos paquetes de medidas ha sido que Estados Unidos ha podido capear la crisis con tasas de crecimiento positivas (2,4 en 2010, 1,8 en 2011, 2,1 en 2012) que le han permitido mantener su nivel de desempleo por debajo del 10%. Eso sí, al coste de déficits públicos superiores al 8%, lo que le ha llevado a una deuda pública bruta del 112% (90% en niveles netos) del PIB, la más alta en toda su historia. Una deuda que gravita sobre la economía norteamericana, de una forma diferente de como lo hace la nuestra sobre nosotros, y a la que tienen que hacer frente inmediatamente. Entre otras cosas porque también tienen una ley de limitación de esa deuda y ese límite, según los cálculos de la misma oficina presupuestaria norteamericana (que a diferencia de la nuestra, depende del Congreso y no del Gobierno), se alcanzará en el próximo trimestre. Los acuerdos de fin de año no han resuelto el problema, sólo lo han aplazado un par de meses. 

¿Por qué, si esto se sabía desde hace tiempo, no se ha resuelto el problema antes? La razón ha sido que 2012 ha sido año electoral completo. Eso significa que en las elecciones de noviembre pasado no sólo se renovó la presidencia, con segundo mandato para el presidente Obama, sino que se renovó la Cámara de Representantes y un tercio del Senado, lo que implica que ninguno de los grandes partidos ha tenido interés este año pasado en llegar a ningún acuerdo, pues ambos son responsables de una parte del déficit público y los dos tienen visiones totalmente antagónicas de la solución. Los republicanos, que controlan la Cámara baja, sostienen que la estrategia adecuada es reducir el gasto público, mientras que para los demócratas, que controlan el Senado y la Presidencia, la solución es una subida de impuestos. 

En las próximas semanas es probable que los legisladores norteamericanos lleguen a un acuerdo para reducir su déficit público, porque las alternativas son o caer en un "abismo fiscal" o entrar en un "tornado de deuda" (una espiral insostenible de deuda pública). Instrumentos para evitar ambas alternativas tienen porque su nivel impositivo es bajo, para parámetros europeos, y gastos públicos para recortar, empezando por defensa, también. Lo que necesitan, ellos también, es voluntad para el acuerdo. 

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