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lunes, 10 de febrero de 2014

Medio llena, medio vacía

El juicio sobre una situación económica ha de basarse en un conjunto de datos que reflejan el funcionamiento de esa economía. Un conjunto de datos que abarquen toda la realidad económica y financiera, que incluyan ratios de equilibrio y eficiencia, y su evolución a lo largo del tiempo. Reducir la complejidad de la coyuntura de una economía a eslóganes orientados según se sea gobierno u oposición es algo común en la política, pero es una simplificación que desorienta y genera desconfianza. 

¿Cómo va la economía? ¿Estamos realmente saliendo de la crisis? Estas son dos preguntas que todos los días nos hacen a los economistas, porque los políticos, con su credibilidad bajo cero, dan mensajes contradictorios. Para el Gobierno, hemos pasado lo peor de la crisis gracias a sus políticas, estamos en la senda de la recuperación y pronto se creará empleo. Para la oposición, se ha mejorado algo la situación gracias a Bruselas, la recuperación es aún titubeante y el empleo tardará en llegar y será precario. Y cada uno de ellos lleva razón en una de sus afirmaciones, dice una verdad a medias en otra y sabe que "dulcifica la verdad" en una tercera. 

Lleva razón el Gobierno cuando dice que lo peor ya ha pasado porque de los 110 indicadores básicos de la economía, que llegamos a tener en negativo 105 en 2012, hay hoy más de 70 en positivo: el PIB está creciendo lentamente, la demanda interna lo hace en todas sus partidas (salvo consumo público y débilmente en inversión), el sector exterior mejora, como mejora la productividad o las ratios financieras (prima de riesgo, bolsa) y de saneamiento, como va bien la inflación. Lleva razón cuando se arroga la mayor parte del mérito en haber evitado el precipicio. Y en lo que lleva razón el Gobierno, se equivoca la oposición, no reconociendo que la política de consolidación fiscal y salvamento del sistema financiero han sido decisiones acertadas (con matices) a las que ellos se opusieron. 

Pero siendo esto cierto, no es menos cierto que la recuperación será sólo del 0,5-1% este año, con una lenta aceleración para el 2015, lejos de las tasas a las que debemos crecer para crear realmente empleo, por lo que hablar de "recuperación" es un poco exagerado. Y ahí lleva razón la oposición cuando le recrimina al Gobierno su optimismo. 

Sin embargo, en lo que más "dulcifica la verdad" el Gobierno y lleva razón la oposición, es en la mejora del mercado de trabajo. Porque si bien se está reduciendo la tasa de paro, el Gobierno no dice que esta reducción se debe a la caída de la población activa, a la creación de empleo temporal (más del 80% de los nuevos contratos) y a la reducción salarial. Como no reconoce que esta situación se va a prolongar mucho tiempo, en gran medida porque la recuperación real tardará en llegar y porque ni el Gobierno ni la oposición tienen un plan de política económica que transforme nuestra economía. Más aún, la conversión del crecimiento de la actividad en empleo, que es lo que realmente le preocupa a la ciudadanía, será lenta muchas razones: por la forma en la que estamos creciendo, en el sector exportador industrial (de baja absorción de empleo) y en el turismo (de alta temporalidad); porque hemos perdido más de un millón de empresas; por las bajas expectativas de crecimiento de la demanda del empresario medio, sus dificultades para financiarse (especialmente en su circulante) y su desconfianza hacia la contratación indefinida; y porque el Gobierno no sabe cómo hacer una política incentivadora de empleo, y para prueba la última subida encubierta de cotizaciones. 

Los políticos pueden contar que el vaso está medio lleno o medio vacío, la obligación de los economistas es decir el número exacto de centilitros de líquido que hay en él en cada momento. Si es mucho o es poco dependerá de quién se lo esté bebiendo. 

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