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lunes, 13 de marzo de 2006

Irán nuclear

Posiblemente una de las mayores amenazas que tiene la ya de por sí inestable situación política internacional sea la pretensión iraní de dotarse con armamento nuclear. Una pretensión que esconde una lógica geopolítica aplastante. 

Irán quiere armamento nuclear por cuatro razones casi evidentes. En primer lugar, porque tiene las segundas reservas de petróleo del mundo y no quiere correr el riesgo de verse atacado, a largo plazo, por ese petróleo. Y esta tentación la pueden tener no sólo los norteamericanos, sino también los rusos, los chinos e incluso los europeos que somos frontera con ellos a través de la aliada Turquía. En segundo lugar, porque, más a corto plazo, en casi todos los países fronterizos con Irán (Turquía, Turkmenistán, Afganistán, Pakistán e Irak) hay muchos soldados norteamericanos. Y la flota americana del Golfo es la más importante de toda la región. Además, la administración Bush incluyó a Irán en el "eje del mal", lo que supone una clara y permanente amenaza, e Irán sabe que si Irak, como Corea del Norte, hubiera tenido realmente armas de destrucción masiva nunca hubiera sido atacado. En tercer lugar, porque las dos potencias nucleares de la zona, Israel y Pakistán, tienen divergencias profundas con Irán, pero hay una regla no escrita que sostiene que dos potencias nucleares sólo tienen conflictos de baja intensidad por las terribles consecuencias de un conflicto abierto, con lo que dotándose de armamento nuclear, la amenaza israelí se conjura, así como la pakistaní, evitándose así la tentación, que también pueden tener las potencias, de reeditar una segunda guerra contra Irán con país interpuesto como fue la irano-iraquí de los ochenta. Y, finalmente, Irán quiere armamento nuclear porque la historia demuestra que los mecanismos multilaterales de seguridad, empezando por las Naciones Unidas, no funcionan. 

E Irán quiere las armas nucleares hoy por otras razones igualmente importantes: en primer término, porque en los próximos dos años, que son los que necesita para completar su primera generación de armas, los norteamericanos no pueden involucrarse en otra guerra por evidentes razones de capacidad y de oportunidad política. En segundo término, porque estando el petróleo cerca de los 60 dólares, la amenaza a Irán puede provocar una verdadera crisis económica en el mundo. En tercer término, porque en estos momentos en los que la propaganda anti-occidental, a cuenta de las caricaturas, está radicalizando a la población de los países musulmanes, no sería fácil la imposición de sanciones, ya de por sí difíciles por la cuestión del petróleo, so pena de intensificar la escalada de victimismo que sólo favorece a los radicales. Y, finalmente, porque en estos momentos, primer año de mandato del presidente Ahmadineyad, éste está buscando una amenaza exterior para unir a su pueblo, dado que su ascenso al poder fue sorpresivo y generó no pocas resistencias en el seno de la clase media y urbana iraní. 

Las ocho razones anteriores, de necesidad y de oportunidad, explican el hecho de que Irán se va a convertir en los próximos meses en una potencia nuclear. Y este escenario es peligroso porque Irán se convertirá en la primera potencia del Golfo, lo que puede hacerla especialmente agresiva en su política regional, especialmente en Irak, con mayoría chií, y ante las presiones norteamericanas. Porque puede tener la tentación de usar Hezbolá u otro grupo terrorista para imponer sus políticas en la zona, e incluso amenazar a Occidente. Porque la cercanía de bombas nucleares y los mayores yacimientos de petróleo del mundo produce escalofríos en una economía mundial basada en el petróleo. Mucho me temo que este hecho es sólo una manifestación más de que el mundo islámico, con toda su variedad, es un importante actor en la escena internacional. Un actor con el que habrá que saber tratar. Algo que, desde luego, no hemos sabido en los últimos meses. 

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