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lunes, 10 de marzo de 2014

Parches

En el debate del estado de la nación de la semana pasada, el presidente Rajoy habló solo de economía. Casi nada dijo de verdad de política exterior (¿qué fue del problema de Gibraltar?, ¿los problemas de inmigración no son problemas de desarrollo en África?), muy poco de políticas de bienestar (¿nada hay que decir de la educación o la sanidad?), hizo de pasada una referencia a la política de justicia y no hizo ninguna a las políticas polémicas del último año. Para Rajoy, los problemas de la nación son solo dos: el secesionismo catalán y la crisis económica. Y mientras estoy de acuerdo en su política para tratar el primer problema, para el segundo creo que es necesario algo más que un discurso de triunfalismo, un anuncio de bajada de impuestos y eslogan copiado de las telefónicas. 

El discurso fue, en mi opinión, débil, pues repitió las ideas que lleva diciendo desde mayo y que se pueden resumir en una frase: la economía española está saliendo de la crisis, gracias al esfuerzo de los españoles y por las reformas que el Gobierno ha puesto en marcha. La conclusión lógica es que hay que tener paciencia, porque la recuperación está a la vuelta de la esquina. Y anunció dos medidas que calientan el ambiente electoral: una rebaja del IRPF y una "tarifa plana" para las cotizaciones sociales. 

De la rebaja del IRPF, un mero anuncio efectista, poco se puede opinar hasta que leamos la letra pequeña y la enmarquemos en la "gran reforma" fiscal que nos augura el informe de los "expertos". Aunque mucho me temo que, por razones electorales, será una reforma incompleta. 

De lo que sí hay mucho de lo que hablar es de la "tarifa plana" de 100 euros en las contingencias comunes de las cotizaciones de la Seguridad Social a cargo de la empresa. Una medida vendida como una bomba y que tendrá, en mi opinión, un efecto limitado por tres razones: porque es una bajada temporal de cotizaciones (prorrogable según el Gobierno), por solo dos años para empresas medianas, tres para microempresas, y para contratos que se hagan este año; porque es para contratos indefinidos, los contratos a los que temen los empresarios por los costes de despido; y, en tercer lugar, porque solo pueden acceder a ella las empresas que no hayan tenido ningún despido improcedente en los últimos años, y eso son muy pocas empresas porque es muy usual pactar despidos improcedentes. En definitiva, una medida que busca mejorar en lo que sea las cifras de paro, pero que es un parche, uno más, para el mercado de trabajo. 

Lo positivo de los dos anuncios es que parece que el Gobierno se empieza a dar cuenta, dos años y medio después, de que es necesario hacer una reforma fiscal de calado, algo más que subir los tipos de IVA y de IRPF, porque con la estructura de impuestos que tenemos no solo no se recauda lo que se debe por el fraude, sino que la carga se reparte mal e injustamente. El problema es que mucho me temo que no se atreva a hacer una verdadera reforma que, además de tocar el IRPF y Sociedades, reduzca a la mínima expresión ese impuesto indirecto que son las cotizaciones sociales. Creo, por lo que se va anunciando, que lo que se nos va a vender no sea una reforma impositiva auténtica, sino nuevos parches. 

Pero lo realmente negativo es que el Gobierno sigue sin darse cuenta que hay reformar en serio la parte del gasto. ¿O es que toda la reforma del gasto es bajarle el sueldo a los funcionarios y paralizar la obra pública? Creo que en esto andan, incluso, parcheando más que con los impuestos. 

Y no es una política fiscal de parches lo que necesita una economía en su sexto año de crisis, con 6 millones de parados y una deuda pública rozando el 100% del PIB. 


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