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martes, 9 de agosto de 2016

Telebasura, polibasura

De verdad que no termino de entender a los políticos españoles. Creo que a base de hablarse a sí mismos y de sí mismos viven al margen de la realidad que ellos mismos fabrican. Me temo que están en una especie de programa de telebasura en el que siempre hablan de los mismos y de lo mismo, en el que se fabrican debates impostados y autorreferenciales y cuyo objetivo es rellenar el tiempo. 

Nuestros políticos no paran de darles vueltas a la investidura de un presidente del Gobierno. No se dan cuenta de que esto es condición necesaria, aunque no suficiente, para empezar a hacer política, pues sin Gobierno no hay oposición, no hay iniciativa política, no hay propuestas, porque… no hay Gobierno para ejecutarlas. Y, si esto es así, hoy solo hay dos opciones razonablemente viables: o se favorece la investidura de Rajoy con la abstención del PSOE, o vamos a unas terceras elecciones en las que los escaños del PP subirían por razones casi evidentes, sin que esto beneficie al resto. Es cierto, como dice el señor Sánchez, que “una mayoría no quiere a Rajoy”, pero no es menos cierto que una mayoría mayor no lo quiere a él, y que una mayoría mayor aún no quiere al señor Iglesias y que una mayoría mucho mayor no quiere al señor Rivera. Si la condición para ser presidente en España hubiera sido que una mayoría de los votantes lo quisiera, no hubiéramos tenido ningún presidente. Creo que no son tiempos de impostar la voz en ruedas de prensa, ni de componer el gesto, ni hacer el papel de damisela o cabarellete ofendido, sino de aceptar la pura y simple realidad. Con los números en la mano y siguiendo las reglas de la lógica política, la decisión es muy simple: o Rajoy o elecciones. Rajoy es, así, una condición necesaria para salir del bucle en el que estamos, aunque Rajoy no sea importante en sí mismo, como son irrelevantes los otros líderes políticos que tenemos. 

Y si el tema sobre el presidente es una cuestión casi evidente, el mantra de que los ciudadanos hemos votado “para que” los políticos se pongan de acuerdo es un sinsentido que oculta el hecho evidente de los resultados. Es un sinsentido porque el multipartidismo imperfecto que tenemos no es el fruto de una decisión racional, consciente y estratégica de un ente llamado “ciudadanía”. En absoluto. El multipartidismo imperfecto que tenemos es el resultado de una agregación de votos, sin que necesariamente lo que ha salido sea la preferencia de ninguno de los votantes. Más aún, cada uno de los votantes hubiera preferido una mayoría absoluta del partido al que ha votado, y dudo mucho que el resultado que tenemos sea ni siquiera la segunda preferencia de una mayoría de votantes. Máxime si tenemos en cuenta que muchos votantes votan no a “favor de”, sino “en contra de”. De hecho, el consenso de todos los partidos no sería la segunda preferencia de ningún votante racional, pues siempre habría una coalición de su primera preferencia con otro partido más próximo que sería preferible. El resultado que tenemos no es mejor ni peor que ningún otro, es el que es y no tiene significado en sí mismo, es sólo un hecho que hay que gestionar. Una gestión que implica negociar, no confrontar, no ponerse estupendo. No son tiempos de debates estériles, sino de hacer propuestas para los presupuestos, sobre la posición de España ante el terrorismo yihadista, la financiación autonómica, etc. 

Realmente no termino de entender a los políticos españoles ni la política española. Quizás porque no sé dónde está el entretenimiento en ver a unos señores en un plató hortera, hablando a voces de personas que sólo son importantes porque se habla de ellos en ese programa y que en nada nos afectan en nuestra vida. Quizás por eso me aburre la televisión y empieza a hartarme la política. 

8 de agosto de 2016 

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