Páginas

lunes, 19 de noviembre de 2007

Variables olvidadas

Para describir, analizar y juzgar la situación de una economía los economistas utilizamos un conjunto muy amplio de datos, que son la concreción de las variables relevantes que reflejan el comportamiento de una economía. Datos que, dando su tasa de crecimiento a lo largo del tiempo, nos dicen si una economía va bien, mal o regular y nos permiten hacer comparaciones históricas, así como con otras economías similares. Datos, miles de datos. Muchos más de los que los medios de comunicación publican, y basta echar una ojeada a las páginas web del INE o del Banco de España para comprobar los miles de indicadores que describen la situación de una economía desarrollada como la nuestra. 

Estas variables, de las que tenemos datos y que reflejan la marcha de una economía, son de tres tipos esenciales: variables de actividad, que reflejan el crecimiento de la economía desde la doble vertiente de la demanda (consumo privado, consumo público, inversión y demanda exterior) y la oferta (producción agraria, construcción, industrial y servicios); variables de equilibrio, que nos dicen la evolución de los precios, del saldo exterior, del saldo de las cuentas públicas; y, finalmente, variables de mercados de factores, que nos informan de la evolución de los mercados de trabajo (actividad, paro, etc.), financieros (tipos de interés, cotizaciones, etc.) y de materias primas (petróleo, por ejemplo). Y no solo de estas variables tenemos datos, tenemos datos, incluso, de lo que espera la gente de la economía (índices de confianza) o de lo que contaminamos y de la sostenibilidad ecológica a largo plazo. 

Con los datos actuales que tenemos en la mano, y a pesar de lo que reflejan los últimos disponibles, se puede decir con el ministro Solbes que la economía española ha vivido, en los últimos años, uno de los más brillantes periodos de su historia porque ha mantenido una alta tasa de crecimiento económico, ha mantenido una inflación relativamente baja y ha bajado su tasa de paro al 8%. De tal forma estamos teniendo éxito que nunca tuvimos una renta per capita tan alta como hoy y tan cercana a los países en los que siempre nos miramos. 

Sin embargo, estos datos que manejamos, son incompletos. Faltan variables. Faltan variables que nos describan, también, otras dimensiones de la realidad económica. Otras dimensiones que nos permitan juzgar mejor el éxito de cualquier realidad económica. Faltan los datos oficiales de distribución. Porque dando los datos de la renta per capita y su crecimiento solo hablamos de la renta media. Y una media, y eso lo sabemos todos, es una media verdad. Para reflejar la realidad mejor habría que dar más datos de la distribución. Por ejemplo, unos simples índices de Gini o de Theil. Porque es cierto que hemos crecido mucho en los últimos años, pero no han crecido lo mismo los beneficios empresariales que los salarios medios. Ni los salarios de personas cualificadas que los de las no cualificadas. Como no ha beneficiado el boom inmobiliario a todos por igual. No, no describimos totalmente la realidad si no tenemos también los datos de cómo el crecimiento se distribuye, de a quién beneficia el crecimiento. Y de cómo, si es que lo hace, el sistema impositivo o la distribución del gasto público repara las desigualdades. 

Necesitamos estos datos porque la macroeconomía más moderna nos enseña que estas variables son relevantes, porque el crecimiento a largo plazo depende también de la forma de la distribución. Pero, más importante, la más elemental política nos dice que la estabilidad política de un régimen depende de una buena distribución. Es cierto que llevamos uno de los más brillantes periodos de crecimiento de nuestra historia, pero no uno de los mejores en distribución. Y lo más llamativo es que esto no solo se produjo en el mandato de Aznar, sino en el de Zapatero que, según recuerdo, se dice de izquierdas. 

19 de noviembre de 2007 

No hay comentarios:

Publicar un comentario