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lunes, 31 de diciembre de 2007

Subasta fiscal

Desde que el PP ofreciera en su programa electoral de 1993 una bajada de impuestos no hemos tenido unas Elecciones Generales en las que no haya habido ofertas fiscales. Descubierto por el PSOE el tirón electoral de la cuestión impositiva, entró en ella con la simpleza de que "bajar el IRPF es de izquierdas", para proponer, en las elecciones del 2004, el impuesto de tarifa única de Miguel Sebastián, que se quedó en la última y mínima reforma de Solbes. 

Como estamos en periodo electoral, la cuestión ha vuelto a plantearse y, como corresponde a nuestra plaza pública, en forma de escuetos mensajes publicitarios, por lo que, en vez de un debate sobre los impuestos, a lo que asistimos es a una subasta electoral. Una burda subasta electoral en la que solo nos venden eslóganes, pues no se explicitan las razones y consecuencias de las propuestas. 

Ha abierto la subasta el PP con una muy inconcreta propuesta sobre la eliminación del IRPF a las rentas menores de 16.000 euros. Una propuesta dirigida a los jóvenes para contrarrestar las del PSOE sobre vivienda y renta de independencia. Una propuesta defendida por Acebes con la argumentación de que no implicaba una menor recaudación, pues, como ya sabemos por las dos reformas que hizo el Gobierno de Aznar, una bajada de impuestos sobre la renta implica un mayor consumo, por lo que hay una mayor recaudación a través de los impuestos indirectos y de las cotizaciones sociales. Lo que Acebes no dijo es que, con esta reforma (como con las anteriores) la presión fiscal, o sea, lo que pagamos en media cada uno de los ciudadanos, no baja (por eso se mantiene la recaudación), y que lo sí ocurre es que la carga se distribuye peor, porque las rentas bajas seguirían soportando una mayor carga, en porcentaje, que las altas. No cambiaría, pues, la carga media, pero empeoraría la distribución, haciéndola más aún más regresiva. Algo que ya hicieron cuando gobernaron. O sea, pura coherencia ideológica de la derecha. Lo sorprendente es que en los cuatro años de gobierno del PSOE esa situación no ha cambiado. Más aún, ha empeorado, porque en estos cuatro años se ha subido la presión fiscal, por lo que pagamos más impuestos en media que antes, manteniéndose la misma regresiva distribución de la carga. Con este bagaje, sorprende, entonces, que la respuesta del PSOE a la primera puja del PP sea la eliminación del impuesto sobre el Patrimonio. Porque este impuesto, eliminado en la mayoría de Europa, es uno de los pocos que mantiene una cierta progresividad en nuestro sistema. Lo alucinante de la propuesta del PSOE es que se hace para mejorar la fiscalidad de los más ricos, ya de por sí muy mejorada en los últimos años, yendo, sorprendentemente, más allá que el PP, y copiando una de las propuestas fiscales estrellas de ¡George Bush! O sea, pura incoherencia ideológica de Zapatero. 

Lo triste de esta situación es que, con este juego de la subasta electoral, trivializamos el asunto de los impuestos, hasta el punto de que no hablamos de cómo se distribuye la carga fiscal, de cómo tenemos un sistema obsoleto que ha perdido su progresividad, de cómo el fraude sigue erosionando la justicia distributiva. Lo triste, pues, es cómo nuestros políticos, en cada elección, ponen a la venta los principios contenidos en el hermoso artículo 31.1 de nuestra Constitución, de clásica redacción, que sostiene que "todos contribuirán al sostenimiento de los gastos públicos, de acuerdo con su capacidad económica mediante un sistema tributario justo inspirado en los principios de igualdad y progresividad que, en ningún caso, tendrá alcance confiscatorio". Un artículo que, a base de reformillas regresivas e incoherencias ideológicas, es carne de subasta, lo ha sido parte de la Constitución. 

31 de diciembre de 2007 

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