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lunes, 30 de junio de 2008

Política monetaria elemental

La política monetaria es, sencillamente, el conjunto de acciones de la autoridad monetaria para influir en las variables monetarias, es decir, en la cantidad de dinero, en los tipos de interés y en las cotizaciones. La política monetaria, en un momento concreto y para una economía determinada, depende de muchas variables como qué se considera dinero, la estructura y tamaño de la economía, de su grado de apertura, etc. Por eso, una misma economía necesita a lo largo del tiempo distintas políticas monetarias, de la misma forma que dos economías diferentes en el mismo momento necesitan diferentes decisiones monetarias. 

Teniendo esto en cuenta basta saber que la economía europea es diferente a la economía norteamericana, también en el funcionamiento de sus mercados financieros, para deducir que los objetivos primarios de la política monetaria europea han de ser diferentes a los de la Reserva Federal. En Europa, primera potencia comercial y una de las economías más abiertas del planeta, es necesario mantener controlada la inflación para crecer, pues dependemos de nuestro comercio exterior. 

En los Estados Unidos, la primera potencia por PIB del mundo, no necesitan un control tan riguroso de los tipos por parte de la Fed para controlar la inflación, no sólo porque sus mercados son más flexibles, sino porque es una economía menos abierta y no tienen problemas de financiación de su saldo exterior por el papel preponderante del dólar. Por eso, los objetivos primarios de los dos Bancos Centrales son diferentes: en Europa, el control de la inflación (mirando de soslayo el crecimiento); en los Estados Unidos, el estímulo cuasi directo del crecimiento económico (mirando de soslayo la inflación). Carecen de rigor, pues, las voces, como la de Sarkozy, que piden una política monetaria como la americana. 

Para alcanzar sus objetivos, los bancos centrales tienen a su disposición dos tipos de instrumentos fundamentales: los anuncios o declaraciones y las decisiones sobre los tipos de interés y las cantidades que prestan a los bancos. Los primeros afectan directa e inmediatamente a los consumidores finales de crédito al formar éstos expectativas, mientras que los segundas sólo lo hacen a través de la cadena bancaria: primero a los bancos y luego a los clientes. Como los anuncios son más delicados (porque se juega uno su reputación y credibilidad) y sus efectos son menos controlables se usan sólo en casos muy concretos, de ahí que, la mayoría de las veces, todos los banqueros centrales sean oscuros en sus declaraciones. Por su parte, las decisiones sobre tipos y activos para descuento se toman continuamente, tienen efectos mucho más calculados y son más efectivas en el largo plazo. En este sentido, las declaraciones de Trinchet en las últimas semanas, anunciando altos tipos de interés, han sido relativamente claras y han levantado polvareda. Lo que la opinión pública no ha valorado es que, al hacerlo, los tipos de los mercados finales subieron inmediatamente, lo que ha hecho que las familias y empresas restringieran más la demanda de crédito, lo que servirá para desacelerar la inflación al contener la demanda final de productos. Sin embargo, al mismo tiempo, ha mantenido los tipos a los que el BCE le presta a los bancos. El resultado de este doble juego es que, para la banca, se ha ampliado el margen financiero del dinero que le presta el banco central, con lo que el BCE ayuda a sanear el sistema financiero europeo. El BCE cumple, así, con su obligación de luchar contra la inflación, al tiempo que recompone la confianza en los mercados mayoristas. Una buena decisión, en mi opinión, que tampoco fue entendida por una parte de los políticos europeos, con nuestro presidente Zapatero a la cabeza. Quizás porque nadie le explicó, como tampoco a Berlusconi o a Sarkozy, que la inflación es nuestro primer problema, que hay una crisis financiera de por medio y que si no resolvemos ambos no podemos volver a crecer. 

30 de junio de 2008 

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