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lunes, 5 de enero de 2009

2009, un año de crisis

Que el año 2009 va a ser un año muy complicado para la economía española es algo ya sabido. Según todos los modelos econométricos, la tasa de crecimiento del año que ya hemos empezado será negativa entre uno y dos puntos, aunque algunos vaticinan una caída mayor, y el Gobierno, siempre optimista, solo prevé unas décimas de caída. Por componentes del PIB, el consumo privado, la inversión y el saldo exterior tendrán comportamientos negativos, mientras que el consumo público será el único que crezca significativamente. Por el lado de la oferta, la inmensa mayoría de los sectores vivirán caídas muy importantes, siendo la construcción, como ya es conocido, el sector que vivirá el peor ajuste, seguido por la industria. Solo algunos sectores de servicios, como los públicos (educación, sanidad, etc.) o personales, mantendrán moderadas tasas de crecimiento positivo, mientras que los demás subsectores tendrán graves dificultades. 

Desde la perspectiva de los equilibrios, la economía española tendrá una inflación muy moderada (por debajo del 3), por la caída de la demanda y mientras sigan los problemas en la economía mundial que mantengan barato el petróleo. Pero será el único equilibrio que tendremos relativamente controlado, pues los demás irán a peor: el déficit público para el conjunto de las administraciones, ya en el entorno del 2,5 por ciento para el año 2008, llegará a más del 5 por ciento este año, tanto por la caída de ingresos como por el aumento del gasto; el saldo exterior, siempre desequilibrado, mantendrá su aportación negativa a nuestro crecimiento; finalmente, y es el desequilibrio más grave por sus implicaciones económicas y sociales, en el año 2009 veremos volver tasas de paro superiores al 15 por ciento (otra vez casi el doble de la media de las economías más desarrolladas), o lo que es lo mismo en cifras absolutas, más de tres millones de parados. 

No, no va a ser el año 2009 un buen año para la economía española. Y casi nada de lo que se haga en los próximos meses puede ya resolverlo, porque los problemas de la economía española son tan profundos que ni una política monetaria muy expansiva (como previsiblemente será) ni una política fiscal tan laxa como la que se vislumbra en los presupuestos de nuestras administraciones públicas harán que vuelvan las altas tasas de crecimiento de los últimos años. Para volver a crecer, habría que empezar por pensar como adultos y reconocer que nuestro problema económico es un problema de productividad y competitividad exterior, de tamaño y organización de nuestras empresas, de inversión en I+D+i, de reforma educativa en serio y sin demagogias, de flexibilidad en el mercado de trabajo y de mejores (y no más) regulaciones en nuestros mercados de bienes, de eficacia en el gasto público (y no de clientelismo) y de progresividad en la recaudación de impuestos. Problemas que no se resuelven en tres meses, ni en un año. 

No es solo que el año 2009 vaya a ser malo. Lo malo es que no tenemos una política económica coherente, por lo que es posible, incluso, que sea peor. Este Gobierno, más preocupado por los equilibrios políticos estatutarios con los socio-nacionalistas catalanes que por la crisis, no tiene más política económica que un conjunto inconexo de medidas a corto plazo. Más aún, sigue pensando, como los niños del eterno Peter Pan, que basta con desear una cosa fuertemente para que ocurra. O sea, que cree que gobierna el País de Nunca Jamás. Un país en el que la oposición es, además, Wendy. 

5 de enero de 2009 

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