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lunes, 14 de septiembre de 2009

¿Deflación?

Los índices de precios españoles llevan seis meses cayendo. En tasa interanual, los precios cayeron en junio un 1%, en julio un 1,4 y en agosto (último dato conocido) un 0,8%. ¿Estamos, entonces, en deflación? La respuesta es que hoy, y desde un punto de vista técnico, no lo estamos. Y no lo estamos porque, en sentido estricto, definimos que una economía tiene "estabilidad de precios" si sus índices de precios oscilan entre el +2% y el -1%. De ahí que digamos que una economía tiene inflación si sus índices de precios están por encima del 2% o deflación cuanto sus índices de precios están por debajo del 1%. Con estas definiciones, así de precisas por convención internacional basada en muchas razones que sería demasiado largo de explicar aquí, y teniendo en cuenta que en no todos los sectores productivos se produce una caída de los precios, no podemos decir que estemos en una situación deflacionaria. Más aún, los índices de precios subyacentes, que eliminan de los índices generales los elementos volátiles (energía y alimentos no elaborados), de esos mismos meses, no dan resultados negativos, sino que están también en el entorno del cero. Así pues, hoy no tenemos deflación, tenemos estabilidad de precios. 

Las razones de esta estabilidad de precios están claras: en un contexto de debilidad de la demanda, las empresas optan por mantener la producción y las ventas manteniendo o rebajando los precios. Las causas de la debilidad y caída de la demanda global son también claras: las familias españolas tienen este año una menor renta familiar media debido al crecimiento del paro, al tiempo que, por las circunstancias en los mercados financieros, tienen un menor acceso al crédito y han visto deteriorarse sus expectativas. Es evidente que estas tres causas afectan determinantemente a los bienes duraderos (automóviles, electrodomésticos, etc.) por lo que en estos sectores, abiertos además a la competencia internacional, los precios han caído más del 5%. Por el contrario, algunos bienes y servicios son de consumo imprescindible (alimentación, transporte, etc.) y de compras a contado, por lo que sus precios no solo no tienen caídas sino que, en algunos casos, incluso crecen ligeramente. En realidad, no entramos ya en deflación porque aún tenemos ausencia de competencia en no pocos mercados y porque los salarios están creciendo por encima de los precios (y los empresarios en mercados no competitivos trasladan estos mayores costes a los precios). Y posiblemente no entremos en ella y los precios, hacia finales de año, crezcan en el entorno del cero, porque el Gobierno está planteando (creo) una subida de impuestos indirectos (IVA más impuestos especiales) y porque a poco que se anime la economía internacional (China, Estados Unidos y los países centrales de Europa), lo que se espera para finales de año, los mercados de materias primas y energía verán un significativo crecimiento de los precios, que se traducirá en ligeros aumentos de algunos precios interiores. No, no tenemos deflación hoy, pero no es imposible (por el deterioro de la renta de las familias), aunque todos los modelos apuntan a que la estabilidad de precios se mantendrá durante los próximos meses. 

Desde un punto de vista macroeconómico, esta estabilidad de precios es el único indicador de la coyuntura económica, dentro del conjunto de malos indicadores que reflejan la profunda crisis de la economía española, que es positivo. Sin embargo, desde un punto de vista financiero, esta estabilidad de precios no lo es tanto para aquellos que estén muy endeudados porque el tipo de interés real que pagan es mayor. De todas formas, lo malo de verdad de esta situación es que es consecuencia de la debilidad de nuestra economía y no de los aciertos de nuestra gestión de la política económica. 

14 de septiembre de 2009 

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