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lunes, 28 de septiembre de 2009

Regulaciones bancarias

Uno de los temas claves de la cumbre del G-20+2 en Pittsburgh la semana pasada ha sido el de las regulaciones bancarias. De lo que se ha tratado, más allá de la mediática cuestión de los bonus de los tiburones financieros, ha sido de cómo establecer normas internacionales, especialmente contables y de capitalización, al sistema financiero de tal forma que no vuelva a haber una crisis económica como la actual. Las conclusiones, como no podía ser de otra forma, no han sido más un cúmulo de generalidades, pero tienen elementos esperanzadores que pueden dar sus frutos en los próximos años. Algo parece que se mueve. De cualquier forma no nos hagamos ilusiones: no van a existir regulaciones bancarias internacionales, sino orientaciones generales que delimitarán las regulaciones nacionales. 

Ha habido voces que reclaman una mayor regulación de los sistemas financieros. De hecho, en muchos países está en marcha una profunda reforma de las leyes que los regulan. Muchos piensan que, puesto que el origen de la crisis es financiera y se ha producido por los fallos de la regulación norteamericana y mundial, lo que tenemos que hacer para que no vuelva a producirse otra crisis similar es hacer más regulaciones. La argumentación de fondo de esta posición, contenida en no pocos artículos y opiniones, es que la situación actual es fruto de un fallo generalizado de los mercados, de donde se deduce que hay que ir a una mayor regulación. Y esto es, en parte, cierto. Pero hay otra parte que es una apreciación errónea. 

Para empezar hay que decir que las regulaciones dentro de cualquier mercado pueden ser de dos formas: las regulaciones de los agentes, o sea, leyes que dicen quién puede actuar en el mercado como demandante u oferente, y las regulaciones de la actividad, es decir, normas que condicionan las características del producto que se puede comercializar o las condiciones de la transacción. Casi todos los mercados tienen regulados uno de los dos aspectos y, en no pocos casos, los dos, existiendo muy pocos casos en los que no hay ninguna regulación de ningún tipo. Productos alimenticios, ropa, transporte, comunicación, sanidad, educación, etc., la inmensa mayoría de mercados tienen de una forma u otra regulada su actividad. El mercado libre y "salvaje" es más un mito que una realidad. 

Teniendo esto en cuenta, podemos decir que la actividad bancaria está, en la mayoría de los países, muy regulada. En los Estados Unidos, por ejemplo, ha sido una actividad regulada especialmente por la parte de los agentes (con normas y leyes obsoletas), mientras que la regulación ha sido muy laxa en la parte de la actividad. De ahí que la Reserva Federal admitiera en los mercados lo que ahora llamamos "hipotecas basura" y tuviera fallos de supervisión que han sido uno de los orígenes de la situación. De la experiencia norteamericana se puede extraer la conclusión de que bajos niveles de regulación de los agentes y de la actividad financiera tienen nefastas consecuencias. Y esto es cierto. Por eso está en revisión todo el entramado legal del sistema financiero norteamericano, pero están teniendo cuidado con no pasarse porque el exceso puede ahogar la innovación financiera. 

Curiosamente del caso español, mucho menos dramático que el norteamericano porque pasamos la crisis bancaria de los ochenta, se puede extraer la conclusión contraria. Porque en España, donde están fuertemente regulados los agentes y la actividad, la parte del sistema financiero que está más dañada es la de las cajas de ahorros. O sea, la parte del sistema que, además de las regulaciones estatales, tiene regulaciones autonómicas, mayores interferencias políticas locales y, en algunos casos, más tutela del Banco de España. De donde se podría deducir que a lo mejor no es que necesitemos más regulaciones, sino mejores regulaciones. Igual hasta menos intervencionismo político y una cierta dosis de mejor supervisión. Pero profundizar en esto nos llevaría a un artículo para iniciados. 

28 de septiembre de 2009 

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