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lunes, 11 de junio de 2012

Superficialidad y ocurrencias

Siento tener que decirlo, pero de esta crisis tardaremos en salir. Mucho más de lo que desearíamos. Y no es sólo por su profundidad o la falta de liderazgo europeo, sino por la superficialidad con la que se vive y gestiona la cosa pública. 

Ante una crisis profunda que está poniendo en cuestión muchas certezas, la sociedad en su dimensión pública lo único que opone es superficialidad. Vivimos en medio de la superficialidad y casi no nos damos cuenta. Superficiales los medios de comunicación, preocupados los unos por Gibraltar y los otros por el IBI de la Iglesia; superficiales los intelectuales que sostienen "mantras indemostrables" y hacen de la anécdota la generalidad. Superficialidad en la universidad cuando cualquier exposición no puede durar más de 20 minutos, y se pretende que ideas complejas se argumenten en no más de dos páginas porque una ciudadanía que, se supone, es la más instruida de nuestra historia es incapaz de prestar atención o de leer más de cinco minutos seguidos. Vivimos rodeados de superficialidad. Somos una sociedad superficial. 

Y esta superficialidad tiene como consecuencia que nuestros políticos tienen ocurrencias que insultan la inteligencia y empeoran la situación. Porque es superficial el ministro Wert cuando dice que el aumento de la ratio de los alumnos no influye en la calidad docente, o cuando confunde los problemas de la universidad española (gobernanza, rigideces estructurales y endogamia) con la manifestación de sus problemas y quiere resolverlos con cinco artículos en un decreto. Como es superficial el ministro Guindos cuando no se da cuenta de que el problema de la banca española no se resuelve con una renacionalización y el desprestigio del Banco de España, sino con la creación de un sistema financiero europeo que reparta los riesgos de concentración (por cierto, alguien se va a hacer de oro con Bankia dentro de cinco años). Como es superficial el ministro Montoro con su reforma fiscal y su amnistía haciendo caso a tontadas de tertulia y debilitando la lucha contra el inmenso fraude fiscal que tenemos. Como es superficial el presidente Griñán cuando baja el sueldo de los funcionarios "transitoriamente" para atajar el problema del déficit que tenemos, con lo que está diciendo que la causa de este déficit es que los funcionarios andaluces ganan mucho. ¿Realmente creen Griñán y Esperanza Aguirre que el problema de sus administraciones es que sus empleados ganan mucho y no la estructura de la que se han dotado? Es claro que no han analizado sus cuentas, que no saben la dimensión de sus administraciones, que no tienen idea de la maraña paralela, de los excesos de regulación, de la locura de subvenciones de las administraciones bajo su dirección. Como es claro que ninguno fue nunca a una clase de Presupuestación de Base Cero. 

Estamos rodeados de políticos superficiales que no saben para qué sirve su trocito de poder, ni qué quieren hacer con él, ni adonde se dirigen. Sencillamente porque no son capaces de mirar más allá de hacer lo contrario de lo que dice el otro partido. Porque la política en España es tan superficial que no se hace para llevar a la sociedad a otra situación, sino para oponerse a lo que el otro puede querer. El Gobierno es siempre la oposición de la Oposición. De la misma forma que la Oposición no es la Oposición, sino la oposición de la oposición de la Oposición. De la misma forma que las regulaciones no se hacen para ordenar la acción de los ciudadanos, sino para contentar y justificar la mera existencia de la administración. Como lo importante no es lo que se haga con las subvenciones, sino que haya gente que dependa de ellas. 

Somos un país superficial que sólo tiene ocurrencias porque una mayoría sabe más de fútbol que del porqué de las cosas. Y sin porqués, todo es superficialidad y fútbol. Con el que quieren tapar la realidad de cinco millones de parados. 

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