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lunes, 4 de abril de 2011

La decisión de Zapatero

La comunicación de Zapatero, el sábado pasado, de que no iba a ser el candidato del PSOE en las elecciones generales del año 2012, tiene mucha relevancia en el momento en el que nos encontramos. 

Con su decisión, Zapatero está reconociendo y anunciando tres hechos importantes. El primero es que ya acepta que la crisis va para largo, que va a durar más allá del año que viene, pues, aunque mejoren los datos de crecimiento, éste va a ser tan débil que no se va a bajar la tasa de paro. Ahora sabe, como sabemos todos en política económica, que el paro es la principal variable que afecta a la popularidad de un Gobierno, y que el paro español tiene un componente estructural que no se resuelve a corto plazo. Con dificultad, y con un gran coste para la economía española, Zapatero ha aprendido que la economía es la que es y no una cuestión de voluntad política o de eslóganes más o menos afortunados. Como ha aprendido que la política exterior implica, a veces, el uso de la fuerza, y que los Estados Unidos son una potencia amiga. Y que la política correcta contra el chantaje terrorista es no ceder a él. O que no todo lo que es bueno para Cataluña es generalizable y bueno para el conjunto de España. 

El segundo hecho relevante, y este le honra, es que acepta su responsabilidad en la situación actual. Zapatero, con su anuncio, quiere cargar con las culpas, adelantándose así al veredicto de las urnas, pues también se ha dado cuenta de que la ciudadanía no lo quiere. Es curioso que el político del "talante", del diálogo, del "buenismo", sea tan poco aceptado ahora por personas de su propio partido y por grupos sociales que lo auparon y jalearon. 

El tercer hecho importante es que, con su comunicación, anuncia fehacientemente que no va haber elecciones anticipadas. Las primarias del PSOE, después de las elecciones municipales de mayo, ocuparán todo el verano. Luego, el candidato o candidata tendrán que hacerse con el control del partido, porque supongo que también dejará la Secretaría General, y preparar las elecciones. O sea, que se necesita todo lo que queda de legislatura. 

Con su anuncio, Zapatero ha jugado muy bien como secretario general del PSOE. Al aceptar su culpa en la crisis y zanjarla con su marcha evita, al menos en parte, que las elecciones municipales sean un plebiscito sobre su gestión, minimizando el desgaste de sus candidatos. Por otra parte, obliga al Partido Popular a repensar su estrategia de focalizar en él toda su oposición. Más aún, obliga al Partido Popular a tener que abrir su programa electoral y plantear alternativas, pues no puede mantener una estrategia de desgaste contra el que ya se va. Y, finalmente, permite, dentro del PSOE una sucesión ordenada, menos probable tras un desastre electoral. Aunque esto ya no va a depender tanto de él, sino de los equilibrios internos tras las elecciones de mayo.

También ha acertado Zapatero, en mi opinión, como presidente del Gobierno. Porque lejos de ser su anuncio una rémora para la acción del Gobierno, creo que es una ventaja, pues ahora puede gobernar sin mirar la popularidad. Ahora, fuera ya del debate electoral, tiene una oportunidad de hacer lo que tiene que hacer. Ahora es cuando podría plantear una reestructuración de las administraciones públicas, una verdadera reforma fiscal, una reforma laboral de calado o una política energética seria. Ahora es cuando podría ofrecer al PP pactos de estado sobre terrorismo, educación, justicia, autonomías o política exterior. 

Siempre he dicho que Zapatero es un magnífico secretario general del PSOE y un mal presidente, porque ha sido capaz de ganar elecciones, pero no de gobernar. Con su anuncio del fin de semana, ha demostrado que sigue siendo un magnífico secretario general. Ahora tiene, al menos por unos meses, la oportunidad de ser un buen presidente. Aunque nadie se lo vaya a reconocer después. 

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