Páginas

lunes, 12 de septiembre de 2005

Inglés y ordenadores

La semana pasada, el presidente Chaves, en un rasgo de sensatez y oportunidad que le honra, fijó, ante su partido y la opinión pública andaluza, las dos prioridades para el curso político que se inicia: la primera, la reforma del Estatuto; la segunda, la enseñanza en Andalucía. Y si de la primera habló con una cierta ambigüedad calculada, de la segunda habló con una precisión que me preocupa por su ignorancia. Y digo ignorancia, porque, para empezar, confundió los objetivos de la política educativa con los instrumentos para alcanzarlos. De la misma forma que presentó propuestas voluntaristas alejadas de las posibilidades y de las necesidades reales del sistema educativo que tenemos. Tanto que parece que con inglés y ordenadores se resuelven todos los problemas de nuestra enseñanza. 

Nadie puede discutir que, en el mundo del siglo XXI, es bueno hablar inglés y manejar las tecnologías de la información. Como tampoco es discutible que la forma más fácil de que nuestros hijos cumplan el objetivo de aprender un buen inglés es mandarlos a Eton. El problema es que como eso no es posible para todos, la solución que han encontrado nuestros políticos es traer los colegios británicos aquí. De ahí los colegios bilingües. Pero esta solución, altamente inviable por la escasez de profesores en el Reino Unido y la dificultad de formar rápidamente a los profesores ya existentes, denota lo poco que se ha reflexionado sobre el porqué en España no se hablan idiomas y sobre cómo resolverlo. En España la mayoría de la población no habla idiomas porque se enseñan mal. En primer lugar, porque no tenemos suficientes buenos profesores de idiomas, que además de hablar perfectamente, sepan pedagogía de los idiomas. En segundo lugar, porque usamos una anticuada pedagogía basada en la gramática. Y, en tercer lugar, porque tenemos, en inglés, como en todas las asignaturas, demasiados alumnos por aula. Si nuestros políticos se hubieran preguntado cómo es posible que en el norte de Europa se hable inglés al final de la enseñanza secundaria, hubieran encontrado que estos tres factores son más esenciales que sus escasos colegios bilingües. No, no creo que tener colegios bilingües sea, hoy, y en Andalucía, más importante que tener todas las asignaturas en todos los colegios con menos ratio de alumnos o que, por dar las clases en inglés, se resuelvan los problemas de motivación, buenos modales y disciplina entre nuestros alumnos. 

Como tampoco creo que tener muchos ordenadores en el aula favorezca necesariamente la enseñanza. Al contrario, es muy probable que, en no pocas materias y para determinadas edades, sea contraproducente. Porque el ordenador es sólo un instrumento para el manejo de la información, del saber, pero no puede sustituir el mismo saber. El que un alumno pueda dar la solución de un problema de física usando el ordenador no quiere decir que el alumno sepa resolver el problema, sino que ha encontrado la solución que otro, que sí sabe, metió en el ordenador. El ordenador debe ser un instrumento para el aprendizaje, pero no puede, como de hecho ocurre con la mayoría de las tecnologías en el aula, sustituir lo verdaderamente importante en el aprendizaje: el esfuerzo de pensar y aprender. No, realmente no creo que tener más ordenadores haga que nuestros profesores estén más motivados, nuestros alumnos aprecien el valor del esfuerzo y sepan más en el futuro. Al contrario, mucho me temo que con los ordenadores vamos a hacer personas tecnodependientes, que serán incapaces de pensar si no tienen una pantalla delante y que se tragarán cualquier información como cierta por el mero hecho de haberla visto escrita en internet. 

Que la educación sea parte del debate político me parece una gran idea. Pero habría que haber empezado por una descripción de la realidad de nuestro sistema educativo y de sus problemas, en vez de por unas propuestas frívolas y dictadas por la moda. Pero eso pasa en muchos ámbitos de nuestra vida política. En demasiados. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario