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lunes, 2 de diciembre de 2013

¿Cambio o tendencia?

En estos meses finales de 2013 y los primeros de 2014 nos encontraremos en un momento de impasse en la evolución de nuestra economía, en un punto de inflexión que puede evolucionar bien hacia una salida de la crisis a medio plazo (y con dificultades), bien hacia un largo estancamiento "a la japonesa". 

El origen de un punto de inflexión es la incertidumbre. En una economía moderna, en la que la información y las expectativas son claves para su funcionamiento, un punto de inflexión se produce cuando hay información contradictoria y no se pueden formar expectativas confluyentes. En ese momento, tanto las familias como las empresas no tienen una referencia de lo que están haciendo los demás y se pierde el "comportamiento de rebaño" que tenemos los seres humanos. En los años en los que todos los datos son positivos es difícil que algún agente no tenga las mismas expectativas de crecimiento que tienen los demás. De la misma forma, en los años duros de una crisis, todos los agentes son pesimistas y la economía se contrae más porque se genera ese estado de opinión en el que todo el mundo percibe negativamente el futuro. Formadas las expectativas, el "comportamiento de rebaño", un comportamiento racional porque sintetiza la "mejor información", hace el resto. Por eso, de cómo interpreten los distintos agentes la situación en la que nos encontramos, ésta evolucionará en un sentido o en otro, y, de igual modo, de cómo interpretemos los economistas que van a interpretar los agentes la situación dependerá el que acertemos o no con lo que va a ocurrir. 

La realidad es que la economía española está saliendo de la recesión, volviendo a crecer a unas tasas que pueden estar en el entorno del 1% el año que viene, más por el crecimiento exterior que por la reactivación de la demanda interna; que se ha terminado el ajuste en el sector privado, quedando aún parte por hacer en el sector público, y que tenemos la inflación bajo mínimos, fundamentalmente por la devaluación salarial. Sin embargo, aún tenemos una economía muy endeudada, un déficit público por encima del 6,5%, hemos perdido más de un millón de empresas y, sobre todo, tenemos una tasa de paro por encima del 25%. Y podría aportar otro conjunto de datos contradictorios de nuestra economía. 

Ante estos datos, ¿qué expectativas se está formando la mayoría de la población? El Gobierno, cumpliendo con su obligación, está haciendo todo lo posible, ayudado por los principales empresarios de este país y no pocos medios de comunicación, por iluminar estos datos de una forma optimista, comparando la situación, por ejemplo, con la que teníamos hace solo unos meses y no con la que teníamos antes de la crisis o la de nuestros competidores, y generando expectativas que aceleren la salida de la recesión. Y ya hay algunos grupos sociales que lo creen y lo propagan. Pero me temo que aún son minoría. Una minoría que puede ir creciendo si el Gobierno logra que vuelva a fluir el crédito (de ahí la últimas decisiones sobre la banca y la esperanza puesta en las pruebas de la primavera) y logra hacer una reforma fiscal que haga que la gente crea que se le han bajado los impuestos. Objetivos que tiene en la cartera para el próximo año. 

Por eso es probable que el 2014 sea mejor que lo que ha sido el 2013 e incluso que tengamos que revisar las previsiones en unas décimas. La salida de la recesión se está produciendo y se puede acelerar. Sin embargo, no creo que vaya a acelerarse demasiado, porque las expectativas de una parte muy importante de la población se forman a partir de su situación laboral, y mucho me temo que aún estamos lejos de poder crear puestos de trabajo que reduzcan la tasa de paro. Y mientras eso no se produzca no habremos cambiado realmente de tendencia. 

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