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lunes, 16 de diciembre de 2013

Las preguntas

"¿Quiere que Cataluña sea un Estado? En caso afirmativo, ¿quiere que sea un Estado independiente?". Estas son las preguntas que proponen los cuatro partidos nacionalistas catalanes para la consulta sobre la secesión de Cataluña a celebrar, según ellos, el 9 de noviembre del 2014, con lo que certifican su desprecio a dos principios democráticos elementales. 

El primer principio democrático que los nacionalistas están vulnerando es el del respeto al Estado de Derecho, es decir, al principio político y jurídico elemental de que toda acción pública debe estar sometida a la ley. Un referéndum de secesión como el que proponen es, con la Constitución en la mano, claramente ilegal por inconstitucional, por dos razones de peso. La primera porque el mero hecho de hacer el referéndum a una parte de la población española, Cataluña, supondría una vulneración del artículo 1 de la Constitución que establece que la "soberanía nacional reside en el pueblo español", no en una parte de ese pueblo español. Lo contrario es hacer que los catalanes tengan la soberanía sobre el conjunto de la nación y tratarnos a los demás como ciudadanos de segunda clase. Y la segunda razón es que, aún si se hiciera el referéndum entre todos los españoles, este sería también ilegal, porque supondría una vía de reforma del artículo 2 de la Constitución, que habla de la "indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles", que no es la que se recoge en el artículo 168 de la misma Constitución. Es decir, para poder hacer lo que quieren los nacionalistas catalanes no basta con preguntarles ni siquiera a todos los españoles, habría que llegar primero a unas mayorías del 66% de las Cortes, convocar elecciones, volver a tener unas mayorías del 66% y celebrar (después, no antes) un referéndum en toda España en el que saliera sí a la reforma constitucional. Por eso, el proceso que han iniciado los nacionalistas catalanes es, bajo una apariencia de democracia, pseudo-democrático, pues una base de la democracia, tanto como el voto, es el Estado de Derecho, pues sin él no hay democracia posible. 

El segundo principio democrático que los nacionalistas vulnerarían con la consulta que pretenden está en la falta de neutralidad de las mismas preguntas. Cualquier estudioso del voto sabe que están formuladas para tener ventaja, pues al formular dos preguntas, y la segunda incluyente con la primera, las combinaciones de posibles respuestas hacen que haya más probabilidad de voto en sentido afirmativo que negativo. Un simple análisis de las cuatro combinaciones básicas, aunque hay en realidad nueve, confirma lo que sostengo. Solo en el caso de que vote que no a las dos preguntas la opinión del votante es que no quiere un Estado catalán. En todas las demás se puede interpretar que quiere la secesión de Cataluña, pues votar que sí a la primera y no a la segunda es decir que quiere un Estado (aunque no fuera independiente), como dice que sí quiere un Estado si vota a las dos que sí, como dice que sí si vota que no a la primera y sí a la segunda, pues querer un Estado independiente incluye, necesariamente, querer un Estado. Es decir, la probabilidad de decir que se quiere un Estado, por la forma de las preguntas, es mayor para el sí (el 55,5% en realidad) que para el no (33,3%). Solo una pregunta simple de sí o no hubiera sido neutral garantizando la pureza del resultado. Solo en regímenes seudodemocráticos se manipulan las preguntas tan tramposamente. 

Que el nacionalismo, sea el que sea, incluye gérmenes antidemocráticos es un hecho ya conocido (léase a Hannah Arendt), ahora de lo que se trata es de combatirlos. Y para eso hace falta tanto como declaraciones contundentes y unidad, pensamiento serio y pedagogía. Mucho me temo que los españoles tenemos una idea simple de lo que es una democracia. Quizás porque solo llevamos 35 años ejerciéndola, y mal. 

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