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lunes, 3 de noviembre de 2014

Oscuro horizonte

El problema de la corrupción que estamos conociendo es, en mi opinión, tan importante que oscurece hechos económicos favorables como el dato de PIB que se publicó la semana pasada. Más aún, creo que el problema de la corrupción es, hoy, el problema más grave que tienen la sociedad y la economía española porque, además de ser un hecho reprobable en sí mismo, puede tener consecuencias devastadoras para la consolidación de la salida de la crisis y nuestra convivencia. 

Hasta el pasado ciclo electoral, que culminó con las elecciones generales del 2011, la inmensa mayoría de la población sabía que había corrupción en la política española. Un cierto grado de corrupción que no afectaba a la orientación del voto, ni a la estabilidad del sistema. Una parte del electorado, el más ingenuo, pensaba que la corrupción eran "casos aislados" de personas que abusaban de los cargos, y que, por tanto, no había que generalizar, ni tomarla muy en cuenta a la hora de votar. Otra parte del electorado, más cínica, pensaba que "todos son iguales" por lo que votaban sin tener en cuenta la corrupción porque la consideraban inherente a la función pública. La técnica del "y tú más" que han seguido los partidos nos anestesiaron contra la corrupción, por lo que los españoles han votado mayoritariamente por razones ideológicas de fondo y no por programas, candidatos o campañas: una persona que se definiera "de izquierdas" (con más o menos fundamento) iba a votar al PSOE o a IU, de la misma forma que una que se definiera "de derechas" iba a votar al PP. Las elecciones del 2011, tras el desastre Zapatero, rompieron esta dinámica, pues los votantes de izquierda abandonaron al PSOE y se refugiaron en la abstención y en otros partidos, incluso, en el mismo PP. Esa marejada en la izquierda tiene como corolario, el nacimiento de Podemos. 

La corrupción en el PP y la inacción de la que da muestras el presidente Rajoy podrían ser, en mi opinión, el equivalente en el PP al "desastre Zapatero" en el próximo ciclo electoral. La corrupción va a pesar en las elecciones mucho más que la "salida de la crisis", porque es portada diaria de los medios, porque veremos nuevas tramas en los próximos meses, porque la mayoría de la población está harta y porque la "recuperación" ya nos la han vendido tras los años de ajuste. El presidente Rajoy parece olvidar que Aznar ganó las elecciones de 1995 por el desgaste del gobierno González por los casos de corrupción y financiación ilegal del PSOE (casos Juan Guerra, Filesa, etcétera), y que uno de los protagonistas y referentes de esa época, Rodrigo Rato, está hoy encausado. Muchos votantes del PP, antes tan ufanos de la honradez de sus dirigentes, están hoy sin referentes y, salvo que el PP active una campaña de "miedo a la izquierda", estos votantes pasarán a la abstención o incluso a Podemos. Como pasarán a otras opciones muchos de los votantes de centro que los apoyaron en las pasadas elecciones. 

Con el electorado de izquierda oscilando entre el viejo PSOE, la compleja Izquierda Unida, la estancada UPyD y el emergente Podemos, y el de derecha oscilando entre la abstención y el discurso sin credibilidad del PP (además de sus errores como el ébola o las leyes Wert, etcétera), las elecciones del 2015 son un inmenso agujero negro al que se encamina el PP y, con él, lo poco que quedaba de nuestra estabilidad política. Una estabilidad política que ha sido clave para enfocar la salida de la crisis y que se va a desperdiciar por la inacción de Rajoy. 

Si en los próximos meses Rajoy no toma medidas contundentes contra la corrupción, su inacción nos meterá de lleno en una crisis política, como la inacción de Zapatero agravó la crisis económica. Rajoy puede ser el Zapatero del PP. Y la réplica a Podemos en la derecha me da tanto miedo... 

3 de noviembre de 2014 

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