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lunes, 1 de febrero de 2016

Intereses

Mientras uno enarbola los "intereses de España", y otro interpreta que los votantes, y no sólo los suyos, quieren "un gobierno de cambio", lo que realmente está pasando es que los líderes políticos están defendiendo su propio interés. 

Mariano Rajoy sabe que ha perdido las elecciones. Con casi 3,6 millones de votos menos que en 2011, una bajada de 15,9 puntosy una pérdida de 63 escaños, tendría que haber presentado su dimisión. Su único atisbo de esperanza para seguir al frente del PP es que, al ser el partido más votado, y si el PSOE aceptara abstenerse "por responsabilidad", taparía su derrota logrando la Moncloa. Como sabe que Sánchez no va a abstenerse, Rajoy está dispuesto a aceptar nuevas elecciones con la esperanza de movilizar votos a su derecha, arañar voto útil a Ciudadanos y que Podemos termine de socavar al PSOE. Por el contrario, si finalmente el PSOE lograra formar gobierno, Rajoy tendría que aceptar su derrota y presentar su dimisión. Si a Mariano Rajoy le hubiera preocupado el interés de España podría haber intentado un acuerdo con Ciudadanos y el PSOE en que se diseñara un conjunto de pactos y hubiera dejado que otra persona liderara ese hipotético gobierno como prueba de voluntad de acuerdo. 

Pedro Sánchez también tendría que haber presentado su dimisión la noche electoral. Con 1,5 millones de votos menos que Rubalcaba en 2011 (¡5,7! millones menos que Zapatero en 2008) y el peor resultado de la historia del PSOE no hay país democrático en el que el líder de la oposición no hubiera presentado su dimisión. Igual que para Rajoy, su única esperanza de mantenerse en la Secretaría General de PSOE es formar gobierno. No tiene ni siquiera la posibilidad de una segunda vuelta porque Podemos le arañaría votos, no le ganaría ninguno a Ciudadanos y no tiene bolsas de abstencionistas. Pedro Sánchez o es presidente ahora o no lo será nunca, puesto que si fracasa a la hora de formar gobierno tendría que reconocer su profunda derrota. Por eso no va a facilitar la investidura de Mariano Rajoy y luchará contra una repetición de las elecciones. A Pedro Sánchez no le preocupa ni su propio partido, pues sabe que para que él sea presidente del Gobierno ha de sacrificar al PSOE ante Podemos. Si el PSOE pacta con Podemos, Pedro Sánchez será presidente de gobierno, pero probablemente el precio será la división del PSOE, pues Pablo Iglesias es un animal político cuyo objetivo confeso es la hegemonía de la izquierda dinamitando al PSOE. Para curarse en salud por si esto ocurriera (y hay precedentes como el Tripartito del PSC con ERC en Cataluña, Cantabria, Madrid, etc.) es por lo que va a acudir a la "militancia", para que no ser él el que cargue con la responsabilidad de unos pactos con Podemos. Lo que no parece darse cuenta es que con este movimiento lo que logra es lo que quería evitar: manifestar claramente la división del PSOE a la que Iglesias siempre hace referencia. Y si no que se lo pregunten a la CUP. 

Pablo Iglesias sigue fiel a sus lecturas leninistas: apoyarse en la socialdemocracia para dividirla y llegar al poder. Lo importante para él es el poder. Lo que puede hacerse con el poder no es, para él, importante, pues para Iglesias el cambio es la forma de perpetuarse en el poder. Por eso, cambia de propuestas sobre la marcha y plantea un reparto de sillones antes que políticas. Por eso llegará a un acuerdo con un Sánchez que necesita llegar a un acuerdo a cualquier precio. 

No sé lo que va a pasar finalmente, ni cuál de los dos perdedores se hará con el Gobierno, aunque supongo que será Sánchez, con la abstención de los independentistas, lo que sí sé es que tendremos un presidente de gobierno perdedor que no ha mirado más allá de sus personales intereses. Lo demás sólo será retórica. Como casi siempre.

1 de febrero de 2016 

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