Páginas

lunes, 14 de marzo de 2016

Traición a Europa

Ensimismados en el bucle de la superficial política española, olvidamos que en el mundo ocurren hechos que nos afectan y que deberían interpelarnos. Las elecciones norteamericanas, los problemas de China, las guerras en Oriente Próximo, etc, configuran una realidad que nos afecta. Pero de todo lo que ocurre, lo que más debería preocuparnos son las cuestiones que se dirimen en Europa. El referéndum británico, la crisis de los refugiados y el acuerdo con Turquía, la deriva autoritaria en el Este, la situación en Ucrania o Libia o la política del BCE son temas que debieran ocuparnos, y sobre los que nuestros políticos dicen poco, quizás porque lo ignoran todo. 

En Europa nos estamos jugando mucho con la forma en la que nuestros gobiernos, también el nuestro (pues estar en funciones no le exime de su responsabilidad), están abordando dos problemas que están carcomiendo la misma idea de Europa: el neonacionalismo y el olvido de principios democráticos esenciales. 

La estrategia de la construcción europea, desde la declaración Schuman de 1950, fue siempre dar pasos concretos que pusieran cada vez más cosas en común: carbón, acero, agricultura, mercados, libertades, derechos, moneda, bandera, tribunales, etc. Más asuntos en común de tal forma que no hubiera un proyecto nacional que compitiera con otros, sino una cooperación europea que compitiera en el mundo. Paso a paso se fue cediendo soberanía hasta crear un conjunto de instituciones políticas comunes, que superaran los nacionalismos que nos llevaron a las dos guerras mundiales. Europa fue el antídoto contra los nacionalismos porque ser europeísta era y es incompatible con ser nacionalista. 

Los británicos siempre estuvieron contra esta estrategia de integración. Primero, en los sesenta, creando el viejo EFTA, luego, a partir de su incorporación, ralentizando todas las cesiones de soberanía. Todos sus líderes, con muy pocas excepciones, fueron euroescépticos (lo que es una forma fina de decir nacionalistas), sencillamente, porque no creían en Europa como idea, sino como un conjunto de intereses. Cameron es el cénit de esta política. Una política a la que la miopía y ausencia de convicciones europeas del resto de los líderes ha prestado alas aceptando el chantaje del referéndum. 

El acuerdo con el Reino Unido es una traición a los principios de la construcción europea porque supone una indecente cesión al nacionalismo británico. Un neonacionalismo que también tiene alas en Hungría y Polonia y que puede dar al traste con la misma construcción europea. El nacionalismo, cualquier nacionalismo, pone en cuestión la idea de Europa y la cesión ante ellos es una traición a esa idea. 

Pero siendo esto grave, más grave es, en mi opinión, la traición a Europa que supone el olvido de principios democráticos esenciales en la gestión de los refugiados, cuyo último e indigno acto es la oferta a Turquía de 6.000 millones de euros para que interne en campos de refugiados a los que huyen de las guerras de Oriente Próximo, y el silencio cómplice con la violación de los derechos humanos del Gobierno de Erdogan. Los europeos vamos a pagar para que otros violen los Derechos Humanos por nosotros, y vamos a hacer la vista gorda, una vez más, a las derivas autoritarias del otro lado de nuestras fronteras. Vamos a caer más bajo aún de lo que ya estamos cayendo con la gestión que se está haciendo de los casi dos millones de refugiados que están en nuestras fronteras y que andamos ninguneando y ocultando. 

Si con el neonacionalismo británico (y húngaro y polaco) ponemos en peligro la construcción europea, con la gestión de la crisis de los refugiados estamos poniendo en peligro nuestra democracia y conceptos esenciales del estado de derecho, solidaridad e igualdad. Vivimos tan embobados con la política-entretenimiento que estamos consintiendo que nuestros gobiernos traicionen principios esenciales de nuestro ser como europeos. En Europa nos jugamos mucho más que quién es el próximo presidente del Gobierno, en Europa nos lo jugamos todo. Aunque no lo queramos verlo. 

14 de marzo de 2016 

No hay comentarios:

Publicar un comentario