Páginas

lunes, 21 de noviembre de 2016

El peligro de Trump

La elección del señor Trump como próximo presidente de los Estados Unidos ha sido, en estas dos últimas semanas, objeto de análisis, debates, manifestaciones y, desde luego, de preocupación. Pero conviene recordar algunas obviedades sobre el sistema democrático norteamericano para rebajar lo que se anda diciendo, pues la democracia americana es diferente a cualquiera de las europeas, tanto para bien, como para mal. 

La primera es que los norteamericanos han escogido sólo a un presidente, no un dictador. Ni escogieron un mesías cuando eligieron al presidente Obama, ni ahora han escogido a un dictador fascista (aunque en algunas declaraciones lo parezca). La segunda obviedad es que, siendo el presidente la cúspide del sistema político norteamericano, su arquitectura institucional es mucho más compleja y está llena de «checks and balances». Para empezar, aunque las cámaras estén dominadas por personas del Partido Republicano, eso no garantiza que Trump pueda aprobar las leyes que quiera, básicamente, porque no controla el Partido (no hay un «comité federal» que les diga a los congresistas lo que tienen que votar) y porque los congresistas (todos «diputados» y un tercio de los senadores) vuelven a las urnas dentro de dos años, por lo que, lógicamente, sólo votarán lo que quiere Trump si coincide con lo que quieren sus electores. La tercera obviedad es que Estados Unidos es un estado de derecho. Imperfecto, como todos, pero con la particularidad de que un tribunal inferior (no como en España) puede llegar a parar una ley a instancias de un simple ciudadano. Una estrategia que, igual que ha funcionado para ralentizar la puesta en marcha de iniciativas progresistas, funcionará para limitar las regresiones que pudiera proponer el presidente electo. Y, finalmente, está el tema competencial. En los Estados Unidos, el poder está muy distribuido entre el Gobierno Federal, los Estados y los Ayuntamientos. Trump tendrá mucho poder en política exterior y en grandes orientaciones de política interior, pero no tiene competencias directas sobre educación (más allá de grandes iniciativas federales, pues es competencia de los ayuntamientos), ni sobre sanidad (el problema del «Obamacare»), ni sobre seguridad interior (la policía es local), ni sobre leyes civiles en los Estados. Incluso sobre impuestos tiene una limitada competencia. 

Sin embargo, Trump es ciertamente un peligro, tanto para los norteamericanos, como para el resto del mundo. Para los norteamericanos, porque a pesar de que tiene un poder limitado sobre ellos, sus intereses pueden verse defendidos por sus congresistas y sus derechos protegidos por sus tribunales, las ideas y las formas del señor Trump están polarizando a la sociedad norteamericana y llevando a la marginación a minorías, fracturando aún más a una sociedad, ya de por sí fracturada por razones de renta, status, raza, etc. 

Pero peor será para los demás. Trump es un peligro para los mexicanos y latinoamericanos porque serán perseguidos en los Estados Unidos y habrá más presión en las condiciones de vida en América Latina. Como será un peligro para nosotros, los europeos, porque su política en Oriente Próximo causará más desolación y más presión migratoria, al tiempo que su acercamiento a Rusia nos obligará a invertir más en armas y a cuidar nuestras fronteras bálticas y polacas. También porque le dará alas a los xenófobos y populistas de todo tipo en Europa. A los asiáticos porque, si vuelve al proteccionismo, los condena a una crisis económica profunda. 

Trump es, para mí, un peligro no porque vaya a hacer de los Estados Unidos una dictadura o porque refleje una América que no me gusta (pues siendo un viejo admirador siempre he sido consciente de sus defectos), sino porque su política económica será una vuelta atrás y generará heridas en la sociedad norteamericana, y porque su política exterior hará peor un mundo ya de por sí complicado. Lo que me consuela es que los Estados Unidos son la democracia más antigua del mundo y dentro de dos años vuelve a haber elecciones, aunque sean parciales. 

21 de noviembre de 2016 

No hay comentarios:

Publicar un comentario