Páginas

lunes, 29 de octubre de 2012

El PSOE necesario

Las pasadas elecciones vascas y gallegas han tenido un resultado que, no por esperado, es menos preocupante para la estabilidad política de España. Un resultado que se puede resumir en tres hechos complementarios: un auge del nacionalismo independentista, el hundimiento del PSOE y, como corolario, la fragmentación del voto de izquierdas. Y, siendo preocupante el primer hecho, más me preocupa el segundo, pues el hundimiento del PSOE radicalizará las posturas de todos. 

España necesita al PSOE de la misma forma que la España de los 80 necesitó a la Alianza Popular de Fraga y la de los noventa al PP de Aznar: para generar alternativa de gobierno; para aglutinar y moderar la voz que llega desde su lado ideológico; para dar continuidad a las grandes políticas de estado; para concitar los pactos de reforma que necesitamos. España, la democracia española, necesita al PSOE. Por eso, no siendo socialista, me atrevo a escribir este artículo. Y, llevado de mi atrevimiento, me arriesgo a aconsejar que si el PSOE quiere volver a ser una opción de gobierno en el medio plazo, necesita una profunda renovación de ideas y de personas. Una renovación que bien podría seguir los cuatro ejes de sus siglas. 

Porque lo primero que necesita el PSOE es volver a ser un partido. O sea, un grupo de personas que, con diversos matices, tenga un relato coherente y homogéneo sobre la realidad, comparta un conjunto de valores y criterios sobre cómo juzgarla, y articule un discurso de propuestas realista de cómo cambiarla. No puede ser que el PSOE tenga análisis divergentes sobre la crisis o la organización territorial, tenga distintos discursos sobre los mismos temas y propuestas contradictorias según los territorios, y se haya reducido a una simple maquinaria electoral, cuando no de poder. 

Lo segundo que, en mi opinión, necesita el PSOE es regenerar sus ideas y renovar su socialismo. Hace años que del estatismo marxista y revolucionario del siglo XIX, los socialistas españoles evolucionaron hacia posiciones en las que aceptaban la economía de mercado, moderada por la actividad del Estado y con mecanismos de redistribución de la renta. Sin embargo, el socialismo español tiene aún un estatismo acentuado, por el que consideran que solo lo público es social, y mantienen una alta propensión a la regulación y a la intervención. Es curioso que, siendo los adalides de la liberación social, no hayan ocupado el espacio social-liberal en economía, ni hayan desarrollado con profundidad propuestas ecológicas. Una mirada a los programas socialdemócratas suecos o alemanes y un estudio de las propuestas demócratas norteamericanas actualizarían un discurso ideológico muy anticuado, dándole un aire del siglo XXI. 

Lo tercero que debería hacer el PSOE si quiere renovarse es recuperar su ética obrerista. Frente a la ética de los derechos sin obligaciones, del todo gratis y sin esfuerzo, el PSOE debería recuperar, en mi opinión, los viejos valores del obrerismo: la austeridad y la sencillez, el esfuerzo y el ahorro, la meritocracia y la exigencia, la solidaridad. Una reflexión sobre los valores que subyacen en sus propuestas de los últimos años le llevaría a ser consciente de cuánto se han alejado de las esencias que le hicieron un partido que, al menos en su pretensión, se veía como una referencia moral. 

Finalmente, el PSOE debería, siempre según mi opinión, recuperar la E de España sin complejos y proyectarla en una E de Europa más amplia. Porque si quiere volver a ser un partido de gobierno no puede tener un ambiguo y superficial discurso de articulación del Estado español, como no puede no tener en cuenta la realidad a la que inexorablemente nos lleva la política europea y liderar la proyección de España en ella. 

No soy, ni he sido, socialista. Pero valoro a un viejo partido de más de 130 años al que todos le debemos tanto. Por eso animo a mis amigos socialistas a que se levanten y se reinventen. Aunque discrepemos. Porque España les necesita. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario