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lunes, 13 de mayo de 2013

Debates

Creo que una de las más curiosas características de nuestro tiempo es la superficialidad en nuestra percepción de la realidad. Los temas de los que hablamos y que configuran nuestra realidad social empiezan, casi siempre, por una noticia sensacional, un fantástico titular con dramatismo. Luego, puesto de moda el tema, se sigue un proceso clásico de explotación de la noticia repitiéndose durante dos o tres días lo mismo, creándose un "marco conceptual" y fijándose un mensaje. Finalmente, cuando ya se ha metido el tema en el debate partidista o ideológico y los políticos y tertulianos tienen una "solución", se deja de hablar de la cuestión para que, solo de vez en cuando y cuando interese, se recuerde la idea que se fabricó y la "solución" que se tiene. 

En general, el debate social, político y económico español es terriblemente superficial. No abordamos realmente lo que ocurre, no reflexionamos sobre lo que pasa y sus causas, no tenemos un discurso fundamentado, no sabemos los qué y los porqué de la realidad. Ni siquiera somos capaces de tener una cierta fijeza sobre las cuestiones, más allá de lo que dura una temporada de medios de comunicación. En este país, no tenemos (con alguna salvedad, como el de la Universidad) la costumbre de los "libros blancos" de expertos sobre un tema. Informes que analicen con una cierta objetividad y rapidez las cuestiones que nos preocupan y aporten posibles vías de solución, para, después de un debate serio y fundamentado, tomar decisiones que resuelvan los problemas. En el Reino Unido, en Alemania, en Francia o en Bruselas hay, en estos momentos y que yo sepa, no menos de cinco o seis comisiones o grupos estudiando temas como Europa, envejecimiento, tecnología y universidades, estado del bienestar, terrorismo, paraísos fiscales, etc. 

Igual me equivoco, pero yo no he oído, por ejemplo, que el Gobierno haya nombrado, en diálogo con otros partidos, una comisión nacional que analice la organización territorial y una posible reforma constitucional. Los nacionalistas catalanes siguen la hoja de ruta que marcaron sus teóricos en los noventa después de estudiar muchos casos de construcción nacionalista en la Europa del siglo XX. El PSOE anda inventando una propuesta de "federalismo con singularidades". El PP no sé si está elaborando algo más allá de lo que publicó la FAES en su momento. Ante estas iniciativas dispersas y, en muchos casos, superficiales, ¿no sería más sensato encargar un buen informe que evalúe qué competencias tiene quién y cómo las ejerce, que haga una propuesta de ordenación y, si hace falta, hacer una reforma constitucional? Es lo que hicieron los alemanes en su reforma de 2006. 

Como me parece que deberíamos encargar un buen libro blanco sobre la corrupción y las fuentes de corrupción en España y abordar las reformas legales pertinentes. E igualmente me parece que sería bueno que, como se hizo en los ochenta con una tasa de paro 10 puntos por debajo de la actual, un informe sobre el mercado de trabajo español que cimente un plan de reforma coherente. Como sería bueno un informe sobre las pensiones y la sostenibilidad del sistema o sobre el sistema educativo o sobre política exterior. Me temo que para abordar problemas tan graves no es de recibo leer solo informes o papers muy concretos de determinados think tanks de la misma cuerda ideológica. 

Sé que estoy pidiendo algo casi imposible, porque en un país tan partidista y escolástico, en el que prima más la ideología que la competencia intelectual y en el que juzgamos lo que se dice más por quién lo dice que por lo que se dice, es muy improbable que aceptemos una mirada desapasionada sobre la realidad. Pero creo que empezar por abordar seriamente los problemas es el primer paso para resolverlos, porque sin análisis no hay posibilidad de solución. Lo demás es como fiar la curación de una enfermedad grave a lo que opinen "mis" amigos en un twitter. 

13 de mayo de 2013

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