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lunes, 29 de abril de 2013

Más de lo mismo

El pasado viernes 26, el Gobierno presentó el nuevo cuadro de previsiones macroeconómicas para los próximos años y las medidas de política económica que había aprobado, contenidas en el Programa de Estabilidad y en el Plan Nacional de Reformas (www.lamoncloa.gob.es). 

En primer lugar, actualizar el cuadro macroeconómico era necesario, dado que la realidad está dejando obsoletas las previsiones que el Gobierno hizo hace solo seis meses. Ahora reconoce que la situación de la economía española es de recesión, que tenemos un 27% de paro, que el déficit no bajará del 7%, y que la deuda pública escalará hasta el 91%. Pero es lo único creíble del cuadro, porque a medida que hace previsiones éstas son un ejercicio de incoherencia. Solo un dato para contrastarlo: el Gobierno supone que el crecimiento real de la economía española para los próximos años será del 0,5% en 2014, del 0,9% en 2015 y del 1,3% en 2016. Y dentro de este crecimiento la inversión crecerá respectivamente el ¡-0,9%!, el 2% y el 4,3%, lo que es posible. Lo imposible es que con esos datos, y los de consumo, prevea una bajada del paro del 0,4, el 0,9 y el 1%. O tenemos mucha capacidad instalada sin utilizar, o el Gobierno prevé una salida masiva de personas de la población activa o, lo más probable, el Gobierno vuelve a hacerse trampas en el solitario. Como se las hace en los parámetros exteriores o en las previsiones de deuda pública. 

Sobre ese cuadro de previsiones, el Gobierno construye el Programa de Estabilidad de las cuentas públicas. Un programa que también reconoce lo evidente: que las medidas impositivas que se nos dijeron "provisionales" se van a convertir en permanentes, y que el ajuste se hará como se ha venido haciendo. Un programa que es más de lo mismo: unos objetivos de déficit, unas reformas impositivas y nada que decir en el lado de los gastos. En cuanto a los impuestos, el Gobierno reconoce, incluso, el sentido de su reforma al subrayar que quiere darle "más peso específico a los impuestos indirectos sobre los directos manteniendo el principio de solidaridad en la carga tributaria". Lo que parece que no sabe el Gobierno es que dando más peso a los impuestos indirectos baja la progresividad del sistema impositivo, lo que hace imposible que se reparta más solidariamente la carga tributaria. Por el lado de los gastos, incluso menos ideas: ninguna. 

Lo abrumador, otra vez, ha sido, sin embargo, la fiebre reformista. El Programa Nacional de Reformas contempla hasta 8 reformas variopintas entre las que se encuentran el mismo Plan de Estabilidad fiscal y el seguimiento de la Reforma Laboral (como si evaluar lo que se ha decidido fuera algo que hay que publicitar). Las demás medidas son ampliaciones de las que ya se nos vendieron como novedosas hace meses: ley de unidad de mercado, colegios profesionales, apoyo al emprendedor (con alguna medida que incluso ya existe), modernización de la administración local (la autonómica ni se nombra y supongo que la central no ha de modernizarse), gobierno corporativo y, lo único novedoso, una Ley de Desindexación que veremos en qué acaba. O sea, lo que se nos ha venido diciendo, en un batiburrillo desestructurado y con carencias asombrosas. En esto he de reconocer que el Gobierno no se hace trampas. Sencillamente está reconociendo que no tiene ni la más remota idea de qué quiere hacer con la economía española, ni cómo hacerlo. O sea, que no sabe qué tiene que reformar ni para qué. 

Realmente siento ser tan duro, pero cinco años después de empezada la crisis y con 6 millones de parados, la situación no es como para que un Gobierno con esta mayoría parlamentaria siga instalado en la retórica sin sustancia, sino para que haga un ejercicio de realismo y de gobierno. No son tiempos de tontadas y superficialidades, sino de realismo valiente. Y, por favor, no insulten más nuestra inteligencia. 

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